Eris y Eris

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Caigo en una de las butacas, ahora sí, totalmente agotada. ¿Cómo le pueden pasar tantas cosas a una persona en un solo día? Respiro hondo y empiezo a ir hacia mi cuarto. Los demás dragones me caen bien, y ahora mismo son casi como mi familia, pero a veces necesito un poco de tranquilidad.

En mi habitación mi dragona me espera, lamiéndose una pata con pose estudiada. Sus escamas brillan con intensidad, y reflejan la luz en mil direcciones, cubriendo la habitación de puntos blancos, como una bola de espejos. Es bonito. 

Me siento a su lado y empiezo a contárselo todo. Ella abandona la limpieza de su pata y centra toda su atención en mi. Cuando acabo, ella habla calmadamente.

"En esta clase no te he acompañado porque ni hacía falta ni sería justo para los demás enfrontarse a un dragón enfadado, pero esto va a cambiar. Mañana vendré, y estaré ahí para vigilarte"

"Gracias"

"Soy tu dragona, y tu eres mi jinete, tenemos que cuidar la una de la otra"

Apoyo mi cabeza en su pecho y, debajo de sus duras escamas y su flexiva carne, oigo como un enorme corazón bombea sangre a ritmo lento. Bum. Bum. Bum. El tamborineo ahora se extiende por mi mente y me relaja. Es agradable.

Cuando las dos llevamos calladas un rato, me levanto y me voy a la bañera. Hoy un baño largo me irá bien. Y resulta ser verdad. Después de casi dos horas de un baño caliente y espumoso me siento genial, aunque tendré que hacer los deberes deprisa, si no quiero dormirme.

Me estoy peleando con un último ejercicio de astronomía cuando oigo que llaman a mi puerta.

-Adelante- Se me ha olvidado que estoy en pijama, pero tampoco es algo vergonzoso, aunque cuando Luften entra en la habitación se para un momento en la puerta, como si no supiera si entrar o no.

-Hola-

-¡Luften! ¡Hacía una eternidad que no nos veíamos!-

-Si, lo se, tenía un momento, así que he decidido pasarme...-

El elfo se calla, y algo me dice que no ha pasado sólo por eso...

-Luften...-

-Dime-

-Dime la verdad, ¿A qué has venido?-

El elfo tiene expresión triste, decaída, al oírme decir eso.

-Salem, yo... Lo siento... Sabía tantas cosas... ¡Y no te dije nada! Debes de estar enfadadísima conmigo... Te juro que quería decírtelo pero...-

-Eh, eh, ¿De qué me hablas?-

-Yo... Sabía que tenías un demonio dentro desde que te vi-

-¿¡QUE QUÉ!?- No me puedo creer lo que me dice el elfo.

-Si... yo... Vi que tenías mas de un alma dentro de tu cuerpo. Pensaba que sería solo un intento de posesión en curso, pero cuando conectamos para que yo pudiera saber si tenías potencial mágico o no... ¡Dios, la energía que emanaba de ti era tan brutal! Hay pocas cosas que tengan tanta energía en el mundo, Salem... Necesité pocos días de investigación después de llegar al colegio para descubrir lo que podías ser... Y até cabos... Pero no te dije nada y una noche después casi te mueres... ¡Y no te dije nada! Yo... Lo siento, de verdad... No me creo que haya...-

Callo al elfo con un abrazo, y éste llora silenciosamente en mi hombro. Normalmente me enfadaría... Pero es imposible estar enfadada con alguien que se ha portado tan bien conmigo. Un recuerdo acude a mi mente sin motivo, como una ventisca de verano que arrastra una tormenta sentimental.

Recuerdo el momento en el que Slig lloró apoyado en mi falda, como un niño pequeño aunque le pasara una cabeza al hombre mas alto del pueblo... Y eso solo trae a mi cabeza los momentos posteriores... Quedarme hablando con mis hermanos hasta tarde, los regalos de ellos y mi madre... Echo muchísimo de menos mi hogar... Cuando salga de aquí seré una extraña... ¿Habrá realmente un lugar al que pueda llamar hogar? Sin darme cuenta, yo también estoy llorando.

La dragona se nos acerca, sin saber muy bien que hacer, y recuesta la cabeza en la cama, mirándonos con expresión triste y confusa. Caigo en que es la primera vez que ve a alguien llorar y, debido a nuestra conexión, los mismos sentimientos que me afectan a mi, le llegan a ella sin razón aparente, así que ahora mismo se enfronta a una emoción nueva que le viene porque sí.

Lloramos durante un minuto y luego nos calmamos un poco.

-Eres la única persona que me ha visto llorar dos veces... Te pongo en el top de personas privilegiadas que han conseguido hacer llorar a un elfo-

-¡Anda! Yo no te he hecho llorar en ninguna de ellas. ¡No es culpa mía que tenga un cartel en la frente que diga "Clavar espada aquí"-

El elfo ríe un poco, se seca las lágrimas y recupera su estado de normalidad.

-¿Sabes? Pese a todo me alegra haber hablado contigo. Me da igual que no me dijeras eso... Lo descubrí sólo un día después que tu y, aunque me lo dijeras, no podríamos haber evitado nada de lo que pasó... Eso adelantó nuestro despertar e hizo que empezara a conocer mejor a Eris...-

-¿El demonio dentro de ti se llama Eris?-

-Si, ¿por?-

-Seguramente sea casualidad... Eris es el nombre de una antigua diablesa guerrera... Sale en muchas leyendas de guerreros y durante un tiempo, antes de que se descubriera la demonología como ciencia, se la consideraba una diosa de la batalla... Se dice que no fue derrotada por nadie, pero en su honor hay bastantes demonio que se llamen así... Se la llamaba la diosa de la victoria, la bailarina de la espada y la gran estratega. Era la mejor guerrera en todos los aspectos-

"¿Eris? ¿Qué dices tu sobre esto?"

El interrogante irrumpe en mi mente y Eris tarda un buen rato en responder, quizás pensado en si hacerlo o no.

"Eris... Era mi madre"


Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora