Despertar: El suero de la mentira

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Cuando me levanto, veo que mis heridas ya no están. Ni siquiera tengo cicatrices, y no siento ningún rastro de dolor. ¿Habrá sido una pesadilla? No. Era... Demasiado real. Además, no recuerdo haberme dormido antes de tenerla... Supongo que me habrán curado con magia después de todo, mientras estaba inconsciente por el dolor... Me levanto y voy hacia el comedor, donde las caras angustiadas de mis compañeros y su obvio cansancio me indican que ellos han pasado por lo mismo, si no muy similar.

El resto de la semana transcurre de la misma forma. Hacemos los mismos entrenamientos que los cadetes, con algunas excepciones, como las primeras luchas con armas, en las cuales nos destinan a hacer simples tareas de mantenimiento. El agotamiento físico y mental empieza a ser demasiado. Esperamos tener un día de descanso el domingo, día que los cadetes tienen libre, pero yo ya intuyo que la realidad no será tan dulce. Cada noche, la canción retruena primero en la sala y después en mis oídos, cuando ya estoy completamente sola en mi habitación después de la sesión de torturas. Todo parece tan irreal... El tiempo transcurre de una forma extraña.

El domingo tenemos la primera renuncia: Un chico de ojos color miel y pelo violeta se derrumba y, cuando vamos a comer, no le vemos. No volvemos a verle. Tengo miedo de que él sea el próximo que me lleve hasta la sala de torturas de la medianoche, pero quien lo hace sigue siendo Fem.

Han pasado ya las dos semanas. Ésta será la última noche... De los veinticinco que llegamos, solo quedamos doce: Mis amigos, Altair, yo y algunos chicos más que no me he esforzado en conocer.

Llego a la sala con la esperanza de que todo pase lo más rápido posible. Fem me mira con desesperación, como si quisiera que huyese, como si me intentara advertir... Pero yo vuelvo a ignorarla. Ésta vez el hombre no está en la sala, así que yo me limito a esperarle de pié. No me han ordenado que me siente. Me pregunto si hoy también me hará cantar o me tiene reservado algo más macabro. 

El hombre llega y me ordena sentarme. Yo le obedezco y me siento en la silla, que cruje levemente por mi peso.

-Hoy solo te daré una orden. No te muevas-

Después de decir esto, empieza a acercar el temido cuchillo hacia mi pecho, hacia la inconfundible zona de mi corazón. Supongo que parará, que me hará una herida superficial y luego ordenará que me vaya. Que de detrás de una esquina saldrá el hombre del despacho junto al resto y celebraremos nuestra victoria... No puede matarme de verdad... ¿Verdad?

EL cuchillo me toca y empieza a atravesar mi ropa con lentitud. Luego llega a mi piel y empieza a cortarla a un ritmo exasperadamente lento, hundiéndose en mi carne y causándome un dolor punzante. Yo, por mi parte, no me muevo. Cuando el cuchillo roza una de las costillas estoy a punto de gritar de dolor y angustia. Mi corazón, demasiado cercano al arma, late desbocado bajo la amenaza de una muerte próxima. El hombre me miro con unos ojos frío e inexpresivos, de un color difícil de describir y, de golpe, hunde el cuchillo completamente en mi pecho, atravesándome por completo y ensartando mi corazón. 

El tiempo parece detenerse, no tener fin. Me pregunto si volveré a ver a la guardiana del tiempo... Intento encontrar a Eris, pero vuelvo a recibir la misma respuesta de siempre:El vació y silencio absolutos. La imagen de mí misma muriendo sola es lo que hace que me rompa definitivamente. Quiero llorar, gritar, disculparme con mi familia, mis amigos, por ser tan estúpida... Pero no puedo. Todo se vuelve negro otra vez y caigo en la oscuridad y el vacío absolutos. No veo. No siento. No vivo. Hasta que despierto.

Abro los ojos a la vez que un grito agudo sale de mi garganta rasguñándome por el interior. Una lágrima solitaria cae por mi mejilla y tiemblo con fuerza. Me encuentro en una habitación con doce camas, yo encima de una de ellas. Hace frío, y veo que sólo llevo encima una ligera túnica azul que hace que al frío me llene por dentro. Estoy sola hasta que siete entra al lugar y sonríe de una forma tan leve que creo habérmelo imaginado. Detrás de ella entra el hombre del despacho, que sí que parece sonreír de forma más abierta. Éste me ofrece una manta con la que yo me cubro.

-Felicidades, Salem. Has conseguido llegar hasta el final... Y no pareces estar incapacitada mentalmente. Desgraciadamente, tus amigos no han llegado tan lejos, pero aún así ha sido uno de los mejores años con diferencia. Pocos alumnos toleran el efecto del suero de tan buena forma... Llegarás lejos, pequeña...-

-¿Qué nos ha hecho?-

El hombre adopta un talante serio en cuanto le pregunto esto. Siete baja la mirada y parece encogerse un poco.

-Os hemos inyectado un suero que crea alucinaciones controlables mediante la magia con el propósito de saber vuestro aguante mental y físico, vuestra tolerancia al dolor y vuestra capacidad de seguir órdenes-

-¡¿QUE HA HECHO QUE?!-

-Obviamente esta prueba es desconocida para todo el mundo. Quienes no la superan tienen los recuerdos borrados y...-

-¡Creía que iba a morir!-

-Teníamos que valorar vuestro...-

-Quiero ver a mis compañeros-

Digo esto cuando pienso en que ellos deben de haber pasado por lo mismo... Oh, dios... Por eso sentía que todo era tan extraño, que el tiempo pasaba de forma tan rara... ¿Cuanto tiempo habré estado aquí, de esta forma?

El hombre me abre la puerta después de una pausa incómoda y me ofrece pasar a una sala a parte.

Me levanto y me sobreviene una náusea. Supongo que debo de haber estado tumbada demasiado tiempo. Noto que me faltan las fuerzas.

Me apoyo en la cama y, después de un rato, consigo ponerme de pié y caminar más o menos bien. Voy hacia la sala y ahí me encuentro con todos... Jatte, Dimitri, Bía, Demis, Bewit... Casi lloro al verles hablando con normalidad, como si no hubiera pasado nada... Pero se supone que no les conozco, así que me contengo y intento sólo sonreír. Aún así me alegro que todos estén "Bien"... Ya que supongo que algo así no se olvida con facilidad... Por no decir que no se puede olvidar.

Avanzo hacia ellos intentando aparentar normalidad, pero imagino que mi aspecto debe de ser penoso por lo menos. Esta túnica me hace parecer desprotegida y débil, acentúa mi poca edad. Aún así intento aparentar normalidad. Me paro delante de Dimitri y Jatte, que parece que estaban hablando antes de que llegara. Ambos me miran, sonriendo un poco, y se... ¿Presentan? Supongo que lo podríamos llamar así.

-Hola, mi nombre es Nymer, encantada de conocerte- Jatte me alarga la mano con una sonrisa abierta y yo se la encajo con un firme apretón. Mi mano dentro de la suya se ve como una ratoncito atrapado en una jaula... curioso, cuanto menos.

-Mi nombre es Krig.- Dimitri me alarga la mano... El hecho de que haya elegido el nombre de su tío es... Curioso, cuanto menos.

Mis compañeros se me presentan, con nombre extraños. Intento aprendérmelos todos.

-Sé que os alegra volver a estar juntos, haber salido de una alucinación que ha sido una mala experiencia, pero no tenéis que preocuparos, el suero contiene una substancia que hará que os olvidéis de gran parte de lo ocurrido para evitar traumas... Aunque es casi inevitable que os queden recuerdos residuales... Es un riesgo que hay que correr para poder valorar ciertos aspectos que durante los combates son... Prácticamente invisibles. Ahora, en función de vuestro avance en la prueba y de el puntaje asignado, procederé a deciros vuestros rangos ahora que ya estáis todos despiertos...

Todos nos ponemos tensos en cuanto oímos esas palabras. Todo nuestro trabajo, nuestro esfuerzo... Ahora todo será visible. Cuando el hombre despliega una lista todos contenemos la respiración  tragamos saliva. El hombre solo empieza a recitar nuestros nombres y el cargo asignado, con una voz monótona e impersonal.


Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora