Material escolar y reencuentros

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Un bache en el camino sacude el carro con violencia y me despierta repentinamente. Miro a mi alrededor muy confusa, parece que me he quedado dormida otra vez, no me extraña, ya es la segunda vez que nos quedamos hablando hasta tarde, en la granja solíamos irnos a dormir temprano, para realizar tareas mañaneras con tiempo suficiente, así que mi cuerpo aún no está acostumbrado a irme a dormir tan tarde, y el sueño suele pillarme desprevenida en medio de una historia de la que luego no me acuerdo.

Miro a mi alrededor y veo que vuelvo a estar en medio de la habitación, tan desordenada como la que me dio la bienvenida al carro, a la cual me llevaron la primera noche. Miro por la ventana y veo que ya estamos prácticamente dentro de la ciudad, de momento los guardias revisan una serie de papeles en las puertas de las murallas, comprobando que realmente somos quien decimos ser: Un mago y una futura aprendiz.

Parece que todo está como debe estar, porque los guardias se apartan, le devuelven los papeles a Luften y hacen un gesto para que el carro avance, Luften asiente y entra en el carruaje, que se pone en marcha cuando éste cierra la puerta.

Oigo cómo se queja en voz alta, agudizo el oído e intento no reírme cuando entiendo lo que oigo

-Malditos imbéciles, una hora insinuando que no soy mago por mi aspecto y encima soltándome sus impertinencias como si no les doblara la edad, los guardias se creen lo más porque deciden quién entra en la ciudad, como si no dependieran de los magos. Cuando sea consejero te juro que...-

Dejo de escuchar y empiezo a cambiarme la ropa, ya hacía dos días que llevaba la misma y empezaba a oler mal. Cavilo cómo vestirme, mi vestido mas elegante será muy poco para la gran ciudad, así que me decido por algo de ropa sencilla: Unos pantalones y camisa negros un tanto holgados que me dejan libertad de movimientos y me dan una comodidad absoluta.

Me miro al espejo y me peino un poco; conforme con mi aspecto, empiezo a recoger todas mis cosas, cojo un par de galletas del paquete que me dieron mis hermanos, doblo la ropa usada, hago la cama y meto todo lo mío en mi maleta. No puedo evitar entretenerme con la espada. Despliego la caja y la saco de su vaina solo para mirarla otra vez. Me parece muy bonita. Vuelvo a guardarla, pliego la caja y la meto en mi maleta. Pienso un momento en si guardo el colgante o lo llevo puesto, decido ponérmelo. Lo único que no empaqueto es el jarrón con flores. Caigo en cuenta de que no las he regado, así que anoto mentalmente la necesidad de hacerlo pronto.

Cuando ya lo tengo todo recogido, me miro al espejo otra vez. Me gusta como me queda este collar. Toco una de sus hojas, la suavidad y flexibilidad del cristal mágico me hipnotiza, y tengo una extraña sensación de deja vu. Entonces caigo en ello.

Corro hacia mi maleta, la abro con violencia y saco la caja que contiene la espada de su interior. Despliego la caja, saco la espada de su interior y la desenvaino. Esta vez no me entretengo en su hoja, me fijo mas en su empuñadura, concretamente, en la flor alrededor de la cual está enroscado un dragón. Me saco el collar y lo pongo justo al lado de la espada. No hay duda, es la misma planta.

Me acerco mas para verlo mejor, y acerco mas el collar a la espada. Sin darme cuenta, hago que los dos objetos se toquen. No me esperaba en absoluto lo que sucede a continuación.

La  espada y el collar brillan con una luz tan intensa que me ciega, para luego oscurecerse de una forma brutal. Pasan de un blanco tan intenso que me ciega a un negro tan oscuro que parece que absorva toda la habitación, al igual que toda la empuñadura de la espada y la niebla de su interior. Después de eso los dos objetos recuperan su aspecto original.

-Vaya...-

Al menos ya he descubierto algo: De alguna forma, el collar y la espada están conectados, si sólo hubiera sido el detalle de la flor, tampoco me hubiera preocupado mucho, pero han reaccionado cuando han entrado en contacto entre ellos. Me pregunto que significará, no creo que todos los objetos mágicos se reconozcan entre ellos.

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora