Tánatos

2.2K 263 11
                                    

El nigromante mira a los dos jóvenes magos que han enviado a derrotarle. Uno es un chico de unos veinte años, de pelo castaño y ojos rojos. Un mestizo. La otra es una elfa de melena rubia y ojos azules como el mar... O como el hielo.

Los mira con la barbilla alzada en señal de desdén. Son poca cosa para él. Es  casi increíble que alguien tan listo como Selene se pensara que podrían matarle. Los dos se encuentran gravemente heridos, el humano al borde de la muerte, la elfa a poco de estarlo. Su sangre cae sobre el suelo cubierto de nieve, y el rojo contrasta con el puro color creando una espiral ilusoria de frío y muerte... La chica alza la cabeza para mirar al hombre que les ha dejado en ese estado y sus ojos reflejan el miedo de su interior. Una lágrima solitaria recorre su rostro mientras suplica piedad.

-Oh, por favor, no nos mates, nosotros...-

El nigromante la corta con una voz suave como el viento, como la muerte que se escurre entre las sábanas y las paredes como un viscoso fluido.

-Llevadle este mensaje a Selene: Tánatos ha vuelto, y llegará a su preciosa escuela y la arrasará con los alumnos dentro de ella.-

La elfa pone cara del mas absoluto terror, y se levanta como puede, cargando consigo al humano, inconsciente de dolor. El hechicero oscuro mira a su lado, donde su fiel ayudante Djal contempla el espectáculo de forma impasible.

-Dime, Djal, ¿Cuantas personas se necesitan para llevar un mensaje?-

La mujer mira a su amo con ojos negros como la muerte, y sonríe de forma macabra mientras tensa su arco y apunta hacia los dos magos, ya lejanos, que se confunden con la nieve misma.

-Sólo uno, señor- 

La cuerda del arco suena, y un grito de dolor se extiende por la montaña.

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora