Mientrastanto, en la escuela

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Gnist habla delante de un atónito salón, haciendo gala de sus dotes como orador. Su voz fluye, y la única fuente de luz, pues es de noche y el sol ya no entra por los ventanales, es la enorme chimenea, que realza el volumen de las estatuas y les da un aire fantasmagórico.

-Dicen que el asesino ahora mismo está en una de las celdas subterráneas, y que no lo sacan de ahí porque tienen miedo de que escape. He conseguido colar un dispositivo de escucha en la sala de los profesores... Y después de unos días de charlas sobre exámenes he encontrado esto-

El chico pulsa el botón de una caja metálica con dramatismo, sin saber que la idea que le parece tan original fue, en realidad, de la chica sobre la cual hablaran.

El aparato emite un crepitar eléctrico hasta que la frecuencia se ajusta y una voz femenina surge de él.

-.... En el bosque verde, y ya os podéis imaginar el resto. Se ve que Edel ha hecho una inspección y ha...   Un demonio muy poderoso... Dentro de la chica... Guerrera ancestral cuyo nombre aún no ha sido identificado....-

Un crepitar interrumpe la frase, y en cuanto para, se escucha otra voz, esta vez de hombre, cuya frase resulta ininteligible. Gnist para el aparato, con aire dramático y es interrumpido por la explosión de fúria de unos cuantos.

-¡¿Se supone que esto es importante?!-

-¿¡Que tal si la próxima vez dices algo que no sepamos? Salem nos lo contó todo al primer día de saberlo!-

Gnist interrumpe los gritos con un gesto calmado pero contundente.

-¿Es que no lo habéis oído?-

Nadie contesta, un tenso silencio irrumpe en el salón como una ola de frío. Gnist ajusta el volumen del aparato, y presiona unos cuantos botones y gira unas cuantas roscas buscando mejorar el sonido.

La frase de la voz masculina se repite, y esta vez se consigue captar parte de su esencia.

-¿Porque... Nigrensementasd... Demonio.... ma?-

Un par de chicos vienen a ayudar a Gnist a calibrar el aparato. Normalmente no llevan tantos problemas, pero Hogskola altera la función de algunos aparatos mágicos, y la torre de la sala de profesores está demasiado lejos como para una conexión nítida. Después de un rato, los chicos gritan eufóricamente, y llaman otra vez a sus compañeros, ya dispersos por la sala, para que se amontonen alrededor del aparato. 

Gnist vuelve a darle al botón de reproducir, y la conversación empieza de nuevo. La primera parte se mantiene igual.

-Esto no le hemos podido retocar... Se ve que algún objeto debió de caer o algo, porque no hay forma humana de definir bien el audio de...-

-SHHHHHH- Los alumnos le hacen callar a coro. Están demasiado interesados en la conversación como para prestar atención a detalles técnicos.

La frase del hombre, a quien los alumnos reconocen como su profesor de educación física, rompe el silencio y libera un caos estrepitoso en el colegio.

-¿Por qué un nigromante como Necros iba a querer atar un demonio tan poderoso a su alma?-

El aparato se queda en silencio, para luego volver a crepitar como de costumbre. Gnist aprieta un botón y el chisme deja de emitir ese molesto sonido. 

Un silencio diminuto que se hace eterno, y después, todo estalla.




Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora