Un gran primer día

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Mi cuerpo se siente... Pesado. Se hunde en el delgado colchón como si fuera de plomo...  La voz de Eris, con aire tímido, irrumpe en mi mente.

"¿Estás segura del todo?"

"Yo... Sí"

Pienso en muchas cosas, pero no las verbalizo. Creo que ella me entiende perfectamente, aunque no se lo diga. 

Lo que sigue... No sé cómo describirlo. Es como si algo cogiera tu mente y se envolviera con ella, se mezclara con ella... Siento como mi yo... nosotras nos mezclamos de una forma extraña, dejando atrás las individualidad y volviéndonos un todo...

El silencio me rodea... Ya no nos rodea, me rodea a mí, porque soy uno. No recuerdo haber formado parte de dos entidades separadas. Siempre he sido uno.  No sé cómo soy... Pero si que sé lo que soy. Soy un híbrido, una conexión entre dos dimensiones. Soy algo nuevo.

Abro los ojos y busco entre mis recuerdos para comparar la realidad que yo veo con la que veían mis dos mitades.

Abro los ojos y la luz hace que mis pupilas se encojan. No tardo en ver a la perfección, y me levanto para ver cómo soy en realidad.

El salto que hago para levantarme es más fuerte de lo que debería, y casi llego hasta el otro lado de la habitación. Río un poco de mi propio fallo y camino unos pasos para ver si aún puedo hacerlo. Al principio imprimo demasiada fuerza en los pasos y casi voy dando saltitos, pero no tardo en acostumbrarme a caminar. Digo un par de frases en voz alta para ver si sé hablar. Sí. Definitivamente sí. Mi voz es más grave que la que tenía como humana, pero más aguda que la de mi parte demoníaca.

Me voy al espejo de la otra punta de la habitación para verme y examino cada milímetro de mi aspecto, totalmente nuevo para mí... Es curioso... Siento que debería de tener alas. En cuanto pienso esto un par de ellas se empiezan a materializar en mis hombros. Lo mismo pasa cuando pienso en cuernos y garras afiladas.

Parece que puedo controlar mi aspecto. Supongo que mi cuerpo puede adoptar apariencia humana y de demonio a mi antojo... Pero me siento más cómoda con el que tengo ahora: El cuerpo de mi mitad humana con obvias mejoras, un ojo de cada color y una piel que parece estar pintada con intrincadas tramas que se repiten a lado y lado de mi cuerpo. Es como más cómoda me siento... Es como soy.

Me paso un buen rato haciendo cosas que a cualquiera que no acabara de nacer le parecerían aburridas. Empiezo haciendo cosas simples como escribir, y no tardo en dejar atrás los garabatos propios de un niño de cinco años para empezar a escribir como supongo que lo haría una persona normal. Cojo la espada de encima de la cama y empiezo a practicar golpes con ella. Más de una vez se me escapa de las manos y casi la envío contra la ventana.

Estoy en medio de una compleja voltereta para comprobar cuanto puedo saltar en cuanto pienso en probar a hacer un hechizo. Los conceptos sencillos se ven dentro de mi mente de una forma totalmente nueva... Es como si pudiera ver la energía del mundo, la magia, fluyendo a mi alrededor.

Pruebo a invocar una pequeña llama... que resulta terminar en una hoguera que hubiera sido peligrosa de no haberla apagada de inmediato. Precioso. La magia fluye por mis venas como si se tratara de mi propia sangre.

Suelto una carcajada y me dejo caer encima de la cama de espaldas, con la espada en la mano. Vivir es tan... Divertido.

Me quedo así un rato, simplemente disfrutando de el hecho de existir, pero no tardo en sentir una presencia detrás de mi... No, una no. Unas cinco por lo menos. Olfateo el aire y, de alguna forma, intuyo que mi forma humana no hubiera sido capaz de hacer esto.

Son cinco chicos. Jóvenes. Hago aman de asomarme por la ventana, pero siento que debo esperar un poco... No tardo en captar por mi oído que intentan llegar a la ventana y después de un rato de espera noto que uno se ha agarrado al saliente de piedra y ayuda a subir a los demás.

Veo que sus narices empiezan a asomar por la ventana y la abro de repente. Veo como caen de forma ridícula, tropezándose entre ellos en cuanto intentan levantarse. No puedo evitar reírme. Me los quedo mirando un buen rato y me doy cuenta de que aún queda uno, aguantándose casi por las puntas de los dedos de la fina cornisa de piedra. Le cojo del antebrazo y le levanto para mirarle de frente. 

Parece que intenta resistirse durante un momento, pero luego me mira directamente y se queda quieto. 

La conversación que sigue a eso es un poco rara. No tengo muy claro si el chico quiere luchar conmigo o quiere caerme bien... No parece la actitud de alguien que te viene a espiar para después retarte a un duelo... Una frase acude a mi mente.

"No te recomiendo perder esos combates..."

La cara de la profesora de lucha armada me viene a la mente con rapidez. Claro. Demasiadas derrotas serían una expulsión... Y no quiero ser expulsada... ¿Verdad? Ese chico se piensa que me llamo Rem, pero, la verdad, ni yo misma sé mi propio nombre... ¿Salem? ¿Eris? Soy las dos, pero creo que una persona no puede tener dos nombres...

Me tumbo en la cama y pienso en ello, pero decido no comerme la cabeza... Al fin y al cabo ¿Qué más da? Es solo un nombre. No creo que importe tanto...

Sigo tumbada hasta que me duermo... Mis sueños son más bien raros... Creo. Los recuerdos de mis dos mitades se mezclan en torbellinos de luz y oscuridad. Veo que el infierno es un lugar bello, salvaje, inhóspito... También veo lugares bellos de la tierra... Los dos lugares se juntan, mostrándome las cosas más bellas del lugar de forma conjuntan como una mezcla de los dos mundos... Como yo.

La mañana llega y me levanto de un salto. Hoy va a ser un gran primer día.

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora