A prueba de alumnos

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El grupo ya está acabado. Muchos han muerto, el resto han huido. Otra victoria, supongo. Aunque no podemos pasarnos el día acabando con grupos tan pequeños. Los Djavers no tardarán en llegar. 

Un hueso de mi ala se recoloca de forma dolorosa. Una náusea viene a mi de forma espontánea, y me apoyo en una pared para vomitar de dolor de forma aparatosa. Siento unas palmadas en mi espalda, y veo a Dimitri mirándome con un poco de compasión.

-Tranquila, es normal, en las primeras prácticas mi tío me rompió  el omóplato y también me pasó lo mismo. Es reconfortante saber que tienes regeneración, por lo menos-

-¿Qué clase de tío tienes tú?-

-Creo que ya le conoces...-

Me paro a pensar un rato, mientras me limpio la comisura de la boca con la manga de mi camisa. Creo que ya sé quien es... No, no puede ser.

-Venga ya, no te creo- 

-Sí, el increíble entrenador Krig es el hermano de mi madre...-

-Pues vaya mierda de infancia- Digo mientras me río un poco. Todavía estoy un poco mareada.

-Un poco... Pero no demasiado. Se portó cuando me cuidó después de lo de mi padre...-

Calla de forma repentina, y me apunto mentalmente no comentar nada sobre esto. No parece un tema reciente, pero si doloroso. Dimitri no tarda en recuperar su expresión pétrea, pero veo el dolor en sus ojos.

Miro a mi alrededor. Celeste limpia la sangre de su Anemoi con un pequeño trapo, ya empapado en sangre. Jatte miro las hojas tintadas de rojo de su arma, Bía da pequeñas palmadas en la espalda de la elfa, que llora mientras se apoya en una pared. El resto, miran si los cadáveres pueden darnos algún tipo de información. En sus miradas veo que no hay nada que los identifique, que nos diga quién son. Estos hombres serán enterrados en tumbas sin nombre.

Seguimos nuestro camino, cada vez mas decaídos. La buena noticia es que llegamos al ala central sin encontrarnos con nadie más. De repente, siento algo extraño. La barrera ha caído. Ahora, cualquiera puede hacer magia dentro de estos muros. Una buena noticia para nosotros, pero también para nuestros enemigos.

Corremos escaleras arriba. Los profesores deben de estar en el despacho de Selene. Chocamos de improvisto con un grupo de ellos. Veo a Mel entre ellos. Muchos me dirigen miradas indiscretas. Claro. Demonio albino,alado y armado. Tendrán que acostumbrarse.

-¡Salem! ¿Dónde estabais? ¡Hemos enviado a profesores para que os dijeran que os quedarais en las habitaciones, pero faltaban por lo menos cincuenta chicos entre todos los cursos!-

-Nos han tendido una trampa. Han venido... Disfrazados de profesores, y nos han llevado a un pasillo cerrado... Nos han encerrado ahí-

-Cómo habéis conseguido salir?- El resto de profesores nos rodean mientras hablamos. Deben de tener prisa, pero creo que Mel merece saber por lo menos lo que hacíamos y nuestras razones, así que me quedo a explicárselo mientras mis chicos (¿Les acabo de llamar "Mis chicos"?) suben por las escaleras, dirigiéndose al despacho de Selene.

-Nos hemos cargado una pared...- Me siento culpable, solo un poco, por ello.

-¿Que os habéis...?- Antes de terminar la frase se echa a reír. Supongo que la situación, una vez pasado el peligro, debe de ser un tanto cómica.

-¡Oh, por dios, Salem! Cuarenta arquitectos, ingenieros y magos se esforzaron para hacer este castillo indestructible... Supongo que se les olvidó hacerlo a prueba de alumnos...-

-No, pero si a prueba de termita-

-¿Cómo que termita?-

-Una historia muy larga y seguramente ilegal, te lo contaré cuando haya pasado el tiempo suficiente y podamos reírnos de ello- Digo a la vez que le paso por el lado y sigo subiendo las escaleras.

-¿A dónde vas?-

-¡A hablar con Selene! ¡Tenemos a gente dentro!-

-¡Me encargaré de la protección de la área sin amurallar! ¡Si me necesitas estaré en los establos!- Me grita mientras baja con las escaleras.

-¡MEL! ¿Dónde está Luften?-

-¿Estás de coña? ¡Es un elfo, ha sido el primero en ir hacia ahí!-

Dicho esto, se aleja, y desaparece de mi vista. Los otros me han cogido ventaja, así que no les veo hasta que llego hasta la cima de la torre, donde me esperan, sin respiración, delante de la familiar puerta del despacho.

-¿Se puede saber porqué no habéis entrado?-

-No sé... Pensamos que era mejor esperarte...- 

Quizás no estaba tan equivocada cuando les he llamado "Mis chicos".

"¿Los ves? Te lo dije. Una comandante" Eris me dice esto, dejándome ver que, como siempre, tenía razón.

Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora