Eris: El infierno es frío

1.5K 205 2
                                    

Nuestra espada corta la cabeza de otro hombre con facilidad. La hoja atraviesa la carne como un cuchillo caliente cortando mantequilla fría. Nos da igual. Al menos a mi. Salem ya no está. Aún así, mi cuerpo no reacciona con normalidad. No me afecta a la hora de luchar, pero un río de lágrimas baja por mis mejillas mientras mato a todo lo que se me pone por delante.

Pensaba que los humanos eran débiles, pero ahora lo entiendo todo un poco mejor. SI me sintiera así cada vez que mato o hiero a alguien yo tampoco lucharía. Se han convertido en una raza  dominante, pero no por su facultad guerrera. Se esconden detrás de armas de largo alcance o bombas para no mirar a sus enemigos a la cara. Para no ver sus lágrimas, ni escuchar sus últimas palabras... Han buscado su propia forma de luchar, que les auto-engaña por el día, mientras sueños de mares de muerte les persiguen por la noche... No siento pena por los humanos, pero me preocupo por Salem. Me pregunto si cuando nuestra fusión sea perfecta esos sentimientos seguirán floreciendo con tanta facilidad.

Los pocos enemigos que quedan se marchan, corriendo para salvar su vida. Bajo la espada, ahora de color carmesí y veo como la funda transparente se torna roja. Siento como que me olvido de algo... Es verdad, los otros humanos, los amigos. Me pregunto cómo reaccionarán a esto. Me giro para mirarles y veo toda la gama de expresiones faciales posibles: Miedo, asco, rabia, satisfacción... Vaya, algunos amigos de Salem son verdaderamente sádicos para ser humanos... Respecto a los que tienen miedo... Supongo que mi aspecto ahora mismo debe de impresionar un poco. Ver un dibujo de un demonio en un libro no impresiona tanto como ver uno en la vida real. Me gustó especialmente la descripción de un escritor, que nos definió como "Seres bellos pero mortales cuyos ojos gotean fuego y sus espadas sangre" Bastante realista... Pero no para todos. 

El escritor no debió de conocer a los demonios menores. Son cabrones, si pero no les describiría tan elocuentemente. Dejémosles como criaturas pequeñas y retorcidas que buscan chinchar lo máximo posible. Pueden llegar a ser muy agobiantes. De pequeña les perseguía hasta hacer que volvieran a sus nidos, pero en cuanto crecí y vi que siempre volvían les paré una trampa y enjaulé a unos cuantos durante meses. Les solté, y supongo que se lo contaron todo a sus amigos en esa extraña lengua chillona, porque ninguno volvió a molestarme... Echo de menos el infierno, aunque no demasiado. Incluso ese lugar parece triste sin... Sin mamá.

Salem empieza a tomar el control de su cuerpo otra vez. Le dejo hacer. Ahora soy yo quien necesita pensar.



Danza de demonios: La chica y el dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora