Haew se consideraba un reino neutro, siempre había sido así. Era la ciudad de los tratos, ya que todo parecía ser negociable. Incluso con las guerras que ocurrían con frecuencia, la familia Denqt se las habían arreglado para mantenerse en el trono por generaciones, negociando lealtades y dinero para ello.
Ahora quien reinaba era Iliene, la soberana más joven, que con su belleza e ingenio había dado más fama a su pueblo. Por eso nadie pensó que algún mal pudiera dañarlos. Nadie se lo imaginó, hasta que llegó una caravana del norte una noche de invierno.
En apariencia parecía ser una cuadrilla cualquiera. Era el escuadrón de los soldados que habían ido a tierras lejanas para culminar un trato por mandato de la reina. Hombres elegidos por su destreza y ferocidad en el campo de batalla. Los mismos que ahora iban con los hombros encogidos y con un miedo en la mirada que sólo les permitía seguir con su propósito; llevar a su nuevo líder ante la reina.
La caravana avanzó despacio por el pueblo hasta el castillo. Incluso los caballos parecían intimidados por algo que había dentro del carromato. Un carromato que cuando partieron no llevaban.
-Repórtense-ordenó el centinela.
-Marton y su escuadrón-se limitó a decir el hombre, mirando hacia todos lados, nervioso. El guardia dudó un poco, algo muy raro estaba pasando. Lo sabía porque jamás pensó que hubiera algo que perturbara a un hombre que lo había vivido todo, y Marton parecía realmente aterrado.
-¿Que hay en el carro?-inquirió. Al no obtener respuesta el morbo se apoderó de él-. Abran las puertas.
Marton pareció titubear un poco, pero después asintió. El guardia se volvió hacia su compañero y le susurró al oído:
-Preparen las armas.
Así pues, se hallaban ante la gran entrada del castillo, con veinte arqueros apuntándoles desde las torres. Conteniendo la respiración a cada paso que daba Marton para acercarse al armatoste. Cuando aferró los dedos alrededor de la manija, miró al centinela y éste asintió con la cabeza, dándole permiso para actuar. La puerta se abrió con un leve chirrido, al mismo que los arcos se tensaban, las espadas salían de sus fundas y los soldados se preparaban para atacar. Pero quien descendió del carro no era un monstruo (al menos en apariencia), ni tampoco un fantasma, brujo o cualquier cosa que se le pareciera. Era una mujer de cabellos largos y unos ojos verdes que parecían saberlo todo.
-Hemos cumplido-dijo Marton sin acercarse demasiado.
-Lo sé-respondió ella-. Y eso aún los mantiene con vida.
La mujer se volvió hacia el guardia.
-Abran las puertas y avísenle a quien sea que mande aquí que ha llegado la verdadera reina.
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Las Hermanas Deltaff
FantasyPORTADA HECHA POR: @bizzleselfie DEMONIOS, DOS HERMANAS, UNA GUERRA. Una será la elegida para proteger el Deltaff (báculo otorgado por los Dioses para mantener el equilibrio del mundo), y la otra estará al servicio de los dang-blang. Demonios surgid...