A la quinta noche, la joven detuvo la marcha.
-Quiero tomar un baño-dijo, pasándose los dedos por el pelo grasoso, con desagrado.
Sato se quedó en silencio, observándola y Okono se sintió incómoda ante ése repentino escaneo.
-Pues tienes suerte, te he encontrado el sitio perfecto-respondió al fin. Dicho esto, comenzó a andar y Okono lo siguió a través de los arbustos. Guiándose por la sombra de su ancha espalda y el tranquilo caminar. Era extraño volverlo a ver, estaba convencida de que todo era un sueño, que él realmente no estaba allí y que cuando abriera los ojos podría darse cuenta que estaba en el fondo del lago. A punto de morir.
-Llegamos.
Okono pestañeó un par de veces, sorprendida al oír su voz. Aquel "sitio perfecto" era nada más y nada menos que un pequeño arroyo escondido. El agua corría con lentitud y no era muy profundo, pero era tan cristalino que desprendía destellos. Hizo una mueca al verlo, incluso estando rodeado de maleza y siendo de noche, ella sintió que estaba demasiado expuesto. Los días tortuosos de escabullirse, sin hacer el menor ruido para huir, habían pasado, pero aún así permanecía aquella jodida sensación de estar siendo acechada.
-Puedes tomarte tu tiempo. Estamos cerca del campamento, así que mientras te limpias, yo haré el fuego. Debemos descansar bien para mañana seguir el camino.
-¡No!-exclamó sin pensarlo dos veces.
Sato la miró primero a la cara, luego bajó hacia su muñeca, que se hallaba aferrada por la mano de Okono. La chica al darse cuenta, la apartó, avergonzada.
-No te vayas-pidió con más calma. El chico volvió a examinarla, pero ésta vez con ternura.
-De acuerdo-asintió-. No iré a ningún lado.
Las rodillas del chico crujieron cuando éste se agachó para sentarse en la roca más cercana. Y se quedó allí, quieto. Okono frunció el ceño, confundida. Empero metió los pies al agua, con Sato a sus espaldas. ¿No iba a darse la vuelta? Una oleada de vergüenza la inundó y quiso preguntarle qué estaba haciendo. Entonces recordó a la chica del burdel.
"Nosotras no nos avergonzamos de nuestros cuerpos, ¿por qué tú sí?"
Con esto en mente, llevó las manos al borde de su ropa y tiró de ella hasta sacársela por encima de la cabeza. El frío envolvió su cuerpo y erizó su piel. No sabía muy bien qué esperar, pero decidió arriesgarse. Sin pensarlo dos veces se giró hacia él.
Okono se mantuvo como paralizada frente al chico, mientras él continuaba impasible, con aquellos ojos azules clavados en su rostro. Okono mantuvo su mirada unos segundos más, completamente vulnerable y con el corazón latiéndole a mil por hora.
Sato, por su parte, inocentemente creyó que no habría problema si se quedaba viendo, como cuando eran niños. Se suponía que no debería sentir nada, ya que muchas veces habían compartido baño, sin que ningún otro pensamiento cruzara su mente.
Pero ya no eran niños.
Casi sin quererlo, sus ojos bajaron a su pecho y una energía cálida lo inundó de la garganta hacia abajo. Nunca había tenido la oportunidad de observarla a detalle y ahora que estaba frente a él, unas repentinas ganas de acariciar su piel lo estaban matando. Estiró la mano, casi por instinto, pero cuando estuvo a punto de tocarla, la calidez se tornó en ardor. Un ardor que recorrió la espalda y le hizo crispar los dedos por el dolor.
-¿Estás bien?-inquirió la chica, con una preocupación sincera que sobrepasaba el nerviosismo. Sato frunció el ceño e inhaló hondo.
-Sí, no es nada. Vamos, límpiate pronto o te enfermarás-respondió, cambiando de tema. Okono recibió la contestación como un rechazo, un rechazo que le escocía en el pecho y en el orgullo.
Quería sentir calor...quería sentirse a salvo y llena de amor, quería...
Suspiró.
Nada de eso era posible.
Así que se concentró en el reflejo de los rayos de la luna que la iluminaban y dejó que sus pensamientos se ondearan como el agua.
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Las Hermanas Deltaff
FantasyPORTADA HECHA POR: @bizzleselfie DEMONIOS, DOS HERMANAS, UNA GUERRA. Una será la elegida para proteger el Deltaff (báculo otorgado por los Dioses para mantener el equilibrio del mundo), y la otra estará al servicio de los dang-blang. Demonios surgid...