Okono mantenía la mirada fija en las brasas. Perdida en la luz anaranjada que se escondía bajo los trozos de madera. Había pasado ya una hora desde que Sari y Sekgä fueron por comida y una hora desde que Sato la había dejado sola.
Todavía no sabía muy bien cómo sentirse con lo que había pasado entre los dos.
Debía admitir que había sido un momento muy íntimo. Más que cuando estaban en el barco.
La piel se le erizó al recordar la manera en la que Sato había enterrado el rostro en su hombro. La respiración en su cuello, sus manos aferrándose a su cintura como si fuese lo único en este mundo, el delicado beso...
Apretó los puños, recordando también cómo todo pareció esfumarse.
¿Había arruinado su amistad?
La joven se sentía culpable porque había sido ella quien lo había abrazado a él. Pero tampoco esperó nunca ésa reacción.
Incluso podría decirse que la abrazó como si...
"Cómo si me quisiera"
Okono se dio cuenta de lo absurdo que sonaba y desechó aquel pensamiento con las mejillas rojas. Si realmente la quisiera, no habría dado media vuelta para irse. Dejando tras de sí una ola de incógnitas que le devanaban los sesos.
Harta de atormentarse a sí misma, decidió enfocarse en otra cosa. De todos modos ya sabía la respuesta a su pregunta. Sato se había largado como si no quisiera volver a verla nunca.
Por eso era la persona que menos esperaba encontrar cuando escuchó que alguien se acercaba.
Allí estaba. De pie. Sin mover un solo músculo, con los ojos fijos en ella.
No habló.
Tampoco ella lo hizo.
La distancia que los separaba era de al menos tres metros. Pero Okono sintió que estaban de polo a polo.
Sato avanzó sin prisa, arrastrando los pies por la arena, sin dejar de examinarla.
El joven se acercó tanto que lo primero que vio Okono cuando se levantó, fue su pecho desnudo. Al sentirlo tan cerca de ella, todos sus sentidos se dispararon, sedientos de él y se sintió patética. Patética y furiosa.
Furiosa por tantas cosas; por haberla dejado sola, por el hecho de que jamás se dio cuenta que llevaba enamorada de él desde que eran niños y sobre todo furiosa porque no tenía respuesta a la pregunta que no paraba de torturarla:
¿Me quieres como yo a ti?
Se mordió la lengua antes de decirlo en voz alta, porque sabía que si abría la boca, las emociones la desbordarían y le sería imposible no llorar.
"Míralo a los ojos" se dijo con firmeza. Ésta vez no iba a permitir que sus sentimientos la dominaran. Iba a demostrarle que era lo suficientemente fuerte como para renunciar a aquel amor imposible que la mantenía presa.
Sin embargo no contaba con que en cuanto alzara la mirada se le escapara el aliento. Sato la miraba como siempre soñó. Con un destello nuevo y desconocido rodeándole el iris.
Todo su cuerpo vibraba y ni siquiera la había tocado. Su corazón se desbocó en su pecho, hipnotizado por el encanto embriagador del muchacho.
Por su mente pasaron todos y cada uno de los momentos en que estuvo a punto de tocarlo, abrazarlo...besarlo. Sin que nunca se atreviese a más que sólo verlo.
Ambos sabían que habían desperdiciado muchas oportunidades, tanto él como ella.
Al fin el joven se movió. Decidido a no perder más tiempo.
Ya había perdido demasiado.
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Las Hermanas Deltaff
FantasyPORTADA HECHA POR: @bizzleselfie DEMONIOS, DOS HERMANAS, UNA GUERRA. Una será la elegida para proteger el Deltaff (báculo otorgado por los Dioses para mantener el equilibrio del mundo), y la otra estará al servicio de los dang-blang. Demonios surgid...