El viaje se había vuelto silencioso. Las hermanas se limitaban a andar con la mirada perdida en la nada.
Sansce tomó el mapa de su cinto, del cual iban prendidos ciertos objetos de utilidad; una daga, dinero y un frasco de líquido mágico para heridas. Bastante sencillo a comparación de lo que cargaba Okono: una espada, dagas, dinero y el mismo mapa que Sansce llevaba en las manos. Aunque no había necesidad de uno. Durante su estancia en el monasterio, el Monje les había enseñado la geografía de cada uno de los reinos, los bosques que debían evitar; donde habitaban fantasmas, o donde había tribus que las comerían apenas las vieran y por su puesto; les enseñó la mejor ruta para llegar al Monte Sagrado.
Sería un viaje muy largo, ya que el Monte Sagrado se encontraba lejos de cualquier tipo de civilización. De hecho, pocas personas conocían de su existencia, sólo hechiceros y un grupo reducido de humanos. Pero eso se debía a la legendaria Guerra de la Enfermedad.
Sansce recordó lo que su maestro les contó una vez. Hacía mucho tiempo, al menos unos dos siglos atrás, una guerra en contra de los hechiceros había explotado en todo el territorio de Garted, el reino más grande en aquella época. Decían las malas lenguas que su soberano; el joven rey Alastar se había enamorado de una maga. La más hermosa mujer que jamás había conocido, pero ella no le correspondía. Se llamaba Joanette La Yhons que significaba (la grande), y por todos los medios intentó cortejarla, despreciando así los coqueteos de otras princesas aspirantes de su amor.
Pero Joanette jamás se fijó en él. Extrañado de que a ella no le importase ni su trono, o que fuera apuesto, mandó a unos espías a descubrir el porqué. Poco después se enteró que su amada nunca le correspondería, porque ya estaba enamorada...de otra mujer. Corroído por el odio y loco de envidia, Alastar buscó pretextos para mandarla a la hoguera y no tardó mucho en encontrarlos. Dijo que la hechicería había hecho que Joanette cometiera tal aberración. Que la magia era mala, que pronto se esparciría entre los demás, como una enfermedad de la cual no había cura.
La gente lo creyó y los hechiceros fueron poco a poco excluidos, a veces hasta asesinados. Los llamaban enfermos, aberraciones y locos, sólo por el hecho de que una de sus líderes amaba a alguien que no se suponía debía amar. Joanette se presentó ante el rey Alastar una tarde de primavera, reuniendo todo el valor que sentía. Caminó hacia él, a sabiendas de que podrían matarla con tan solo una orden del soberano. Pero Alastar la dejó avanzar hasta tenerla a un metro de distancia.
Allí estaba el amor de su vida, hermosa, orgullosa...y furiosa. Nadie supo que sucedió en aquella habitación con certeza, algunos dicen que Joanette lo asesinó por su odio, a él y a todos los soldados. Otros dicen que los soldados la acribillaron antes de que pudiera levantar una sola mano hacia Alastar. Hay algunos que aseguran que él se dejó matar por su amargura; pero la verdad es que Joanette intentó congeniar con el rey sin éxito. Que la guerra comenzó aquella tarde de primavera por un amor no correspondido.
Con el paso de los años la historia fue cambiando mientras más iba de boca en boca. Sin embargo el odio que embargó a ambos bandos no se había desintegrado ni siquiera doscientos años después.
Por eso, pocos conocían la existencia de los demonios, que asediaron desde el principio de los tiempos.
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Las Hermanas Deltaff
FantasyPORTADA HECHA POR: @bizzleselfie DEMONIOS, DOS HERMANAS, UNA GUERRA. Una será la elegida para proteger el Deltaff (báculo otorgado por los Dioses para mantener el equilibrio del mundo), y la otra estará al servicio de los dang-blang. Demonios surgid...