DESINTOXICACIÓN II

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-No puedo seguir así-dijo Sansce de pronto, cortando el perpetuo silencio-. No puedo.

Rengi se giró para mirarla, sin comprender. Era  la primera vez que se dirigía hacia su compañera desde que amaneció.

-¿No puedes qué?-repitió, irritado y confundido.

-No puedo seguir fingiendo-soltó al fin-. No soy una guerrera, no soy tu amiga, no soy nada.

Rengi tardó en procesar sus palabras.

-¿Es que...he hecho algo mal?-respondió con toda la calma que fue capaz de reunir. Sansce apretó los puños.

-¡No! ¡Tú no pero yo sí! No fui capaz de proteger a mi hermana y  tampoco seré capaz de protegerte a ti. ¡Tan sólo mírate!-exclamó señalando la cicatriz del cuello.

-¡Puedes curarlo! ¡Tienes qué! ¡Ni siquiera lo has intentado!-le recriminó.

Sansce apretó los puños.

-Me he debilitado mucho-murmuró-. Desde la muerte de mi hermana no he tenido tanto poder. Y lo que ocurrió días atrás terminó de debilitarme. No tengo fuerzas para nada, tienes que entenderlo.

-No-negó él.

-¿No?-repitió ella.

-No voy a dejar que te justifiques así. No voy a dejar que tomes el camino fácil. No puedes porque no quieres. Te escondes detrás de tu dolor para no hacer nada-soltó, furioso-¿Al menos has pensado en alguien más que no seas tú o ese tal Sekgä? ¿Por ejemplo, en mí?

-No seas hipócrita-se mofó la maga-. Te fuiste porque no querías seguir en ésa granja.

-Pero decidí seguirte a ti, y lo único que das a cambio es lamentarte como  mediocre-replicó Rengi. La ira del muchacho fue una fuerte bofetada al ego de la maga. Lo cual le hizo reaccionar. Guardó silencio, sabía que Rengi tenía razón y que ella simplemente se justificaba en vez de enfrentar la situación.

Sansce iba a replicar pero de pronto un dolor insoportable le atenazó la cabeza.

Ven

Se llevó las manos a las sienes.

-¿Sansce?-dijo Rengi extrañado.

Ven

La voz ya no era amable y fue entonces cuando comprendió. Sansce alzó la mirada hacia él, y Rengi, mucho tiempo después aún soñaría con la expresión llena de terror de la joven.

-¡Vete!-aulló ella.

-¿Qué? ¡No! No voy a dejarte sola.

Ven, haz estado lejos por mucho tiempo.

El dolor aumentaba. Parecía que su cabeza iba a explotar.

-¡VETE!-aulló, desgarrándose los pulmones.

Y sin que ella lo deseara, sus dedos se enterraron en la tierra y la energía comenzó a brotar de la joven como cascada. Rengi se quedó pasmado, incapaz de moverse mientras la tierra temblaba bajo sus pies.

Las grietas llegaron hasta los árboles y éstos comenzaron a caer, arrancándose desde la raíz. Sansce estaba fuera de control.

Miró al cielo y de su boca salió una llamarada de fuego.

Ven

-¡No!-se negó.

Ven

Sentía que  una fuerza ajena  le arañaba las entrañas y le impedía tener el control de sí misma. Ya había ocurrido esto antes, pero no como en esos momentos. Todos sus poderes salían de su cuerpo a borbotones y temió por Rengi.

El muchacho por fin había reaccionado, pero ya era demasiado tarde.


Las Hermanas DeltaffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora