"Está mal" se dijo a sí mismo por milésima vez. Pero, por milésima vez, se dio cuenta que eso no le importaba lo más mínimo. Había tratado, los dioses saben que sí. Sin embargo ya no podía ocultarlo. El viaje lo había cambiado todo.
Ya no había escapatoria de lo que sentía. Lo sabía porque el dolor sólo podía significar una sola cosa: la amaba. Maldita sea la deseaba y cada día más. Y ése era su castigo, lo que le recordaba cuál era su verdadera posición.
"Sólo debes cuidarla. Si dejas que tus sentimientos se entrometan, Sari tendrá razón al final: No serás apto para estar a su lado" pensó.
-Cuidarla...-murmuró-. Dar la vida por ella...Cuidarla...
Repitió, pero las palabras no se clavaban en su mente. Ya no creía más en esa promesa.
Sato hundió la cabeza entre los brazos. No podía resistirlo un minuto más. Estar cerca de Okono sólo lo estaba matando. Moría de ganas de besarla, tocarla, pero cada vez que esos pensamientos cruzaban su mente, el dolor volvía más fuerte. ¿Por qué era tan difícil resistirse?
Había vivido su vida entera al margen de los placeres humanos, sin embargo parecía que ahora lo estaban ahogando sin que pudiera evitarlo.
-Te ves en apuros-dijo una voz a sus espaldas. Sato se volvió para encontrarse con la figura erguida de Sekgä. El demonio seguía siendo imponente, pero algo había cambiado.
Parecía más...débil.
-No es de tu incumbencia-replicó Sato.
-Oh claro que lo es.
El demonio se acercó al muchacho despacio. Sato se levantó decidido a irse, pero al pasar al lado del joven, éste lo sostuvo del brazo. Sato sintió la presión en su bíceps y el aliento de Sekgä calentarle la oreja.
-Tu naturaleza es tan estricta... -increpó el demonio-¿No te duele la espalda?
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Las Hermanas Deltaff
FantasíaPORTADA HECHA POR: @bizzleselfie DEMONIOS, DOS HERMANAS, UNA GUERRA. Una será la elegida para proteger el Deltaff (báculo otorgado por los Dioses para mantener el equilibrio del mundo), y la otra estará al servicio de los dang-blang. Demonios surgid...