¿QUÉ QUIERES A CAMBIO?

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Okono apenas abrió la boca para hablar, cuando  Sato ya tenía a Sekgä en el suelo con una daga rozándole el cuello.

-Te dije que no volvieras-gruñó Sato entre dientes.

-Anda-le apremió, mirando con desdén la mano que sostenía la daga-. Hazlo. Tú no eres más que un estúpido mortal, no me harías más que cosquillas-increpó Sekgä mirándolo desafiante.

-Cállate-respondió Sato apretando el manojo de la daga para apretarla aún más contra el joven de los ojos dorados. Sato estaba a punto de  cortarle la yugular cuando Okono lo detuvo.

-¡Sato, no!-exclamó tomándolo de los hombros.

-Okono no interfieras. Éste sujeto es increíblemente peligroso...ni siquiera es humano ¿Qué otro motivo necesitas para matarlo? ¿Qué  nos mate a alguno de nosotros?-replicó Sato, aún sosteniendo el filo muy cerca del cuello de su contrincante.

-¡Él sabe dónde está mi hermana!-aseguró, tomando a su amigo de la muñeca que sostenía el arma-. Y ése es suficiente motivo para mantenerlo vivo.

Sekgä los observaba tendido en el suelo, con las pocas energías que le restaban para escuchar a dos chicos discutir sobre su destino. Estaba demasiado agotado como para intervenir, así que dejó todo en manos de Okono, que logró que Sato se apartara por completo. Aunque aún con una huella de recelo en los ojos azules.

La muchacha se volvió hacia Sekgä.

-¿Qué quieres a cambio de la información que posees?-inquirió. El joven sonrió débilmente.

-Quiero descansar.

Las Hermanas DeltaffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora