Las Hermanas Deltaff

¿HIZO ALGO MÁS?

Recibió la segunda bofetada antes  que el escozor de la primera desapareciera por completo.

-¿Te has rebelado en mi contra?-preguntó la reina de manera sencilla, como si no le estuviese hablando de traición. Sansce alzó la vista y se topó con el rostro de Heinhää, tan frío y pálido como el mismo suelo de mármol bajo sus pies.

-No-negó, enfrentando la mirada gélida de su reina.

-¿Y por qué has osado  tocarme? ¿Interferir en algo que no te incumbía?

Sansce no contestó de inmediato ya que ni ella misma lo comprendía. Sólo sabía que no fue capaz de permitir que la gema siguiese sumergida ni un segundo más.

El puño de Heinhää se estampó contra la mejilla de Sansce.

-Te he hecho una pregunta-le recordó.

Sansce se lamió la sangre de los labios antes de responder.

-Porque me dolía.

La reina guardó silencio y por un momento Sansce creyó ver en su rostro una expresión de sorpresa, pero desapareció tan pronto como apareció.

-Cuando conociste a mi enviado...-habló despacio,  masticando las últimas palabras-¿Hizo más que sólo quitarte la esencia?

Sansce se estremeció al escuchar  "enviado". Hacía referencia a una vida que estaba segura era ajena, pero que le resultaba extrañamente familiar.

Rebuscó en su memoria algún tipo de respuesta. Sin embargo no podía recordar nada anterior a su vida actual, a la merced de Heinhää.

-¿Hizo más que sólo quitarte la esencia?-repitió, sacándola de pensamientos.

-No lo sé, no lo recuerdo-murmuró. Apenas terminó de hablar,  otro golpe hizo que le rebotara la cabeza.

-¡¿Hizo más que sólo quitarte la esencia?!-exigió saber.

La maga apretó los puños, desesperada.

-¡No lo sé!-era la primera vez que le alzaba la voz a su reina y no le importó. Tenía tantas ganas de conocer la respuesta como Heinhää, pero era incapaz de recordar.

-¿Hizo más que sólo quitarte la esencia? ¿Hizo más que sólo quitarte la esencia?-las palabras brotaban de los labios de Heinhää sin parar, mientras la golpeaba. Sansce pensó en protegerse, pero hacerlo sería atentar contra su reina, así que recibió la paliza sin hacer un solo ruido. Creyó que tal vez así Heinhää descargaría su furia y después la dejaría en paz. Pero estaba equivocada, la reina quería respuestas.

E iba a obtenerlas.

La mujer tomó el jarro más próximo y lo estrelló en la sien de la maga. Sin poder evitarlo Sansce se desplomó en el suelo. Los ojos se le cerraban y no podía pensar con claridad. Un líquido rojo se extendió alrededor suyo y no supo si era el vino o su propia sangre.

Heinhää la tomó de la cabellera y la acercó a su rostro.

-¡Dime qué fue lo que hizo Sekgä!-bramó la reina. La voz le estalló en los oídos y en cuanto pronunció ése nombre los recuerdos regresaron de golpe. La tormenta, la bestia que estuvo a punto de matarla, su huida, y sobre todo el pacto que hicieron  y que cerraron con...

Un beso.