QUÉDATE UN POCO MÁS

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Al terminar la cena, Funren se acercó a Okono.

-¿Me daría el honor de caminar conmigo por un rato?-inquirió el anciano. La muchacha dudó un instante, pero al final asintió-¡Excelente!-exclamó él con genuina alegría en los ojos-. Me gustaría enseñarle algo.

Tomándola del brazo, la llevó fuera de la estancia. Mientras tanto, Sekgä agradeció la comida y se retiró. Sari no tardó en hacer lo mismo. Sato se disponía a irse también, cuando Kemira lo detuvo.

-Joven...-lo llamó apresurada con la mano  estirada hacia él. Ella bajó el brazo, avergonzada por su atropellamiento. Sato la observó, un poco confundido.

-¿En qué puedo ayudarle su majestad?-respondió cordialmente. Kemira fijó la vista en la mesa, como si en ella encontrara la excusa perfecta.

-Quédate un poco más-dijo sin más rodeos. Sato pestañeó ante la extraña petición.

-¿Quedarme con usted?-repitió él. La reina asintió, deseando con todas sus fuerzas que la luz de la estancia fuera lo suficientemente tenue para que Sato no notara que había enrojecido. El joven pensó en declinar la petición, pero Kemira había sido muy amable en recibirlos. No podía negarle nada. Así que el joven se volvió a sentar en su asiento. 

Las Hermanas DeltaffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora