Okono y Funren hablaron unos minutos más, antes de que éste la escoltara a su habitación.
-Espero que descanses bien-había dicho el mago, recobrando su cálida sonrisa-. Mañana será un gran día.
La muchacha había asentido, y apenas tocó el colchón, se durmió. Y ahora, la idea de levantarse se le hacía poco apetecible. No quería dejar el cuarto que le habían asignado. No quería ni siquiera abrir los ojos.
Pero unos golpes en la puerta le obligaron a hacerlo. Con pesar, apartó de sus piernas las sábanas hechas de hebras delgadísimas de cristal y se puso de pie. Podía sentir el frío del suelo en la planta de los pies al caminar.
Los golpes reanudaron.
-¡Ya voy!-musitó irritada. "Si se trata de alguna mucama o Kemira juro que..." pensó mientras abría la puerta. Pero se quedó en blanco.
Incapaz de hacer otra cosa que no fuera quedarse pasmada frente a Sato. Éste llevaba la camisa de dormir desabrochada sobre el torso.
-¿Puedo pasar?-inquirió, un poco tímido. Escucharlo hablar hizo que regresara a la realidad. Okono pestañeó con rapidez, asegurándose de que no era un sueño.
-Claro-se hizo a un lado para que el joven entrara y cerró la puerta tras él.
Okono se quedó recostada contra la pared, buscando cubrirse lo mejor que pudo con los brazos. "¿Porqué lo haces?" se dijo a sí misma "Ya te ha visto mucho más desnuda que eso"
El rubor coloreó sus mejillas, demostrando el volcán a punto de estallar en su interior. Sato, ajeno a esto, observaba el cuarto con atención.
-Es bonito, sencillo, pero bonito-se limitó a decir. Okono enarcó una ceja.
-¿Eso es a lo que viniste? ¿A decirme que mi recámara es "bonita"?-no pudo evitar quitar el sarcasmo de su pregunta-¿Sabes qué hora es?
Ni ella misma sabía exactamente qué hora era, pero por el color azulado de los rombos, intuía que era de madrugada.
Sato se giró lentamente hacia ella.
-Perdóname, es que...-rió con timidez-. Necesitaba verte.
La inocencia y simpleza de sus palabras la derrumbó por completo. Okono dejó caer los brazos a los costados. Su corazón le imploró abrazarlo, pero sus pies no se movieron de su lugar.
-No parecía que quisieras verme mucho hace un día-respondió con enojo, el suficiente para que él viera cuánto le había dolido su indiferencia. Sato meneó la cabeza.
-No, no, no es lo que crees-negó dando un paso al frente-. Tenía que hacerlo. Por tu bien y el mío. Si esas mariposas hubieran visto algo fuera de lo normal, si nos hubieran visto a nosotros...
Se calló de pronto, con los puños apretados.
-No quiero que pienses que no me importas. Porque me importas Okono, y mucho-dijo con toda la seguridad que fue capaz de expresar-. Más de lo que a un ángel debería importarle cualquier persona. Más de lo que jamás imaginé.
La joven tragó saliva. Sus palabras la llenaban, y aunque quisiese negarlo, sabía perfecto que ella sentía lo mismo. Que lo amaba.
-Pero esto no puede ser-adivinó Okono con amargura. Sato pestañeó como si hubiese recibido un puñetazo, sin embargo asintió.
Okono no pudo soportarlo más. De pronto sentía el cuerpo demasiado pesado como para sostenerse, así que se echó a la cama. De espaldas a él.
Sato dio un paso, luego otro hasta quedar al borde de la cama. Okono percibió como se hundía el colchón con el peso del chico. En un abrir y cerrar de ojos lo tenía rodeándole la cintura.
-No puede ser, pero ésta noche al menos déjame estar a tu lado-dijo él.
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Las Hermanas Deltaff
FantasyPORTADA HECHA POR: @bizzleselfie DEMONIOS, DOS HERMANAS, UNA GUERRA. Una será la elegida para proteger el Deltaff (báculo otorgado por los Dioses para mantener el equilibrio del mundo), y la otra estará al servicio de los dang-blang. Demonios surgid...