SÍGANME

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-¿A dónde vamos?-inquirió Okono, intentando hacerse oír entre el griterío de la gente. Pero Sari no respondió, sólo siguió andando contra corriente, jalando tras de sí a la muchacha. Pronto la plaza se vació por completo, mientras los pasos de los soldados retumbaban en ecos. Cuando la ángel viró a una calle a la derecha, Okono  zafó su mano, deteniéndose.

-¡Debemos encontrar a Sato y Sekgä!-chilló desesperada. Sari respiró, frustrada.

-¡Ellos nos encontrarán, pero sí tú no te mueves los soldados van a atraparnos!-contestó.

-¡Ahí están!-gritó una voz a sus espaldas. El cuerpo entero de Okono se paralizó, pero se dio cuenta que los soldados no corrían hacia ellas.

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-Maldita sea-masculló Sato entre dientes.

-¡Bájame!-exclamó Sekgä a su espalda- ¡Nos han descubierto!

El ángel aflojó los brazos y siguió corriendo, con el demonio a su lado. De pronto, flechas de cristal sobrevolaron los aires.

-¡Cuidado!-gritó Sekgä empujando a Sato. Al momento en que caía, Sato sintió el roce de una flecha en su cuello. Se levantó como pudo y siguió andando.

¿Pero...a dónde?

Sekgä iba a dar un paso más cuando de pronto una mano lo tomó del pecho y lo jaló hacia la derecha.

El demonio estiró el brazo y asió a Sato también. Ambos se levantaron como rayo para toparse de frente con una sudorosa Sari.

-Síganme-dijo.

Nadie se reusó. 

Las Hermanas DeltaffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora