PORTADA HECHA POR: @bizzleselfie
DEMONIOS, DOS HERMANAS, UNA GUERRA.
Una será la elegida para proteger el Deltaff (báculo otorgado por los Dioses para mantener el equilibrio del mundo), y la otra estará al servicio de los dang-blang. Demonios surgid...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Le llegó un recuerdo vago de su madre. De aquella mujer que hacía tanto tiempo no veía y que dudaba volver a ver. Ésta estiraba los brazos hacia ella, invitándola a un tierno abrazo. Y por supuesto que lo aceptaba. Su madre siempre había representado para ella; fortaleza, amor, grandeza y un refugio al cual siempre podía acudir.
Pero había algo distinto.
Tenía miedo, mucho miedo. No quería que su madre se apartara. Sabía que si daba tan solo un paso hacia atrás, aquel terror la invadiría y le sería imposible correr al aroma reconfortante de su progenitora.
-Sansce-decía dulcemente Saabi-. Debo soltarte, porque si no lo hago no podrás quitarte a esos demonios de encima. Vamos, apresúrate o te comerán viva.
-No-se negó ella-. No quiero dejarte, tengo mucho miedo. No creo poder contra ellos.
Saabi sonreía con amor mientras sacaba de su bolsón un arete blanco, sólo uno.
-Llévalo puesto siempre, esto te protegerá, al menos hasta que vuelvas con tu hermana.
-¿Va a matarme?-temblaba Sansce.
-Recuerda que ustedes son una-musitaba Saabi llorando de pronto-. Y que las amo, que siempre las amaré.
_____________________________________________
Para aquel momento todo el Norte estaba poseído ya, las últimas tierras que habían tenido poco contacto con las grandes ciudades habían sido invadidas por órdenes de Heinhää. Y fueron invasiones nada comunes. La demonio escogió a las mujeres más hermosas de su reino y éstas cumplieron sus órdenes. Tomando a los vírgenes y enredándolos en historias magníficas, acompañadas de sus dotes para convencerlos. Bastaba que les hablaran de la gloria eterna y que los hicieran, al menos por unos minutos, tocar el cielo carnal.
Incluso a sabiendas de que su plan estaba funcionando de maravilla, debía darse prisa.
El lado bueno era que ya sabía quién era la maldita, y que ésta pronto estaría a sus pies por cuenta propia.
Sansce abrió los ojos, como si nada hubiera sucedido. Estaba despierta, pero su cuerpo seguía dormido. Temió por un momento haber quedado paralizada, pero después de unos angustiosos minutos logró mover los dedos de la mano, y al hacerlo encontró el brazo de su amigo.
Sin pensarlo dos veces lo sujetó con toda la fuerza que tenía, mientras se quitaba la modorra del sueño. En cuanto lo hizo no pudo evitar lanzar una exclamación de sorpresa. Rengi estaba distinto, tenía la carne del cuello y parte de su mejilla izquierda, arrugada y quemada.
-Sí-musitó él con un toque de amargura-. Al parecer tu rayo me alcanzó antes de que me apartara por completo.
Sansce se quiso morir, él era el único que había decidido acompañarla y ahora le había hecho un daño irreversible.
-No te sientas mal. Sé que podrás curarme.
La maga no le discutió, pero tampoco estaba muy convencida de poder hacerlo.