Volemos 2 (yaoi), [kagehina] [daisuga]

Capítulo 12 parte 4

Kageyama suspiró, "tengo que ser fuerte y demostrarle que no puede jugar conmigo" – de verdad esta noche quiero dormir solo – era mentira, se moría por abrazarlo.

- Pero Kageyamaaaaa – dijo con un puchero en sus labios – no quiero dormir solo.

- Dile a tu Yuu que te acompañe – lo infantil y celoso salió a relucir en esta frase.

- Eres injusto Kageyama, yo no quiero dormir con Yuu quiero dormir contigo – estiró los brazos dubitativo, lo observó y no aguantó lo abrazó con fuerza pegando su rostro en el pecho de su novio – yo te quiero a ti, no quiero a otra persona y menos a Yuu, yo te quiero a ti a nadie más, tú eres mi novio, yo... te amo Kageyama.

- Hinata... – "Dios que te amo pequeña pulga", apoyó su mejilla en las hebras anaranjadas y correspondió su abrazo pero recordó el consejo que le dieron y lo soltó en el acto – de verdad quiero estar solo.

Hinata se sintió menospreciado y rechazado, lo soltó, rehuyó la mirada y salió del cuarto, "ya no me quieres Kageyama... ¿con quién estabas conversando?...", sus pensamientos rondaban en el desprecio que le había hecho su novio y en los celos que por primera vez sintió.

Las luces estaban apagadas, sus padres y Natsu se acababan de acostar, no estaban durmiendo aún, igualmente caminó despacio, intentando no meter ruido bajó la escalera, cada peldaño era difícil, sabía a lo que iba, esta vez la decisión fue tomada con anticipación, llegó a la cocina, prendió la luz, observó que todo estaba impecable. Lo primero que hizo fue ir por las ollas que estaban tapadas en la cocina, abrió la primera, era arroz, aún estaba tibio; abrió la segunda, era estofado. Aspiró el aroma, sus jugos gástricos comenzaron a ser secretados, su estómago gruñó, media hamburguesa pequeña y media porción de papas en todo el día era muy poco para un adolescente que se ejercita, tenía hambre pero lo que más resaltaba era su necesidad de llenar ese vacío de su interior. Dejó las ollas destapadas, fue por una cuchara y palillos, siempre en silencio, no lo fueran a descubrir, metió los palillos en la olla del arroz y sacó una gran porción, se la metió en la boca y tragó, con la cuchara sacó del estofado e hizo lo mismo, a penas masticaba, mas que comer engullía la comida, tenía las mejillas infladas a su máxima expresión, sentir lo sabroso de los alimentos lo reconfortaba, era una delicia, tragarla su placer máximo. Aumentó la velocidad de la ingesta, dejando todo sucio en el acto, tenía planeado sacar un poco, comer y no dejar rastro de que había comido pero no se pudo controlar, una vez que comenzó fue una reacción en cadena, el hambre apaciguado por la tristeza y congoja salió al descubierto y lo convirtió en una fiera voraz, la angustia y desolación no ayudaban a controlarlo, al contrario eran aceleradores de la desesperación con la que ingería, no se dio ni cuenta cuando el contenido de las ollas desapareció. Su estómago abultado le daba a entender que todo estaba en su interior, los rastros de alimento esparcidos sobre la cocina le contaban de su desenfreno. Suspiró para darse ánimos, debía limpiar el desastre, ordenar para no dejar huellas de como fue el proceso. Lo primero que hizo fue llevar las ollas al lavaplatos, las llenó de agua y dejó remojar, mañana se encargaría de lavarlas, lo que sí merecía urgencia era limpiar la cocina, ésta estaba llena de granos de arroz y gotitas del líquido del estofado. Agarró el paño amarillo, lo pasó por toda la superficie recogiendo las evidencias, botó los restos en el basurero, pasó por última vez el paño. Miró el semi desastre, se frotó las manos y fue rápidamente al baño al del primer piso, el de visitas, abrió la puerta, buscó a tientas el interruptor de la luz, lo accionó, era un baño pequeño pero hermoso, muy decorado, con esos artefactos que cada cierto período de tiempo expulsan aroma, en este caso era 'brisas marinas', un olor agradable pero que en ese minuto lo asqueó, destapó el baño, miró el líquido trasparente, la loza blanca inmaculada, por un segundo se arrepintió, bajó la tapa, y arrodillado como estaba pegó su frente a la tapa cerrada, quería ser fuerte, quería dejar de hacer estupideces, quería crecer y ser mejor, quería tantas cosas... quería ser diferente, no se aguantó, levantó la tapa, con su mano derecha introdujo el dedo índice y el del medio dentro de su garganta hasta el fondo, tocó la úvula y la arcada fue inmediata, sintió como el contenido era expulsado de forma forzosa, un tubo compacto del alimento apareció en su boca, el reflejo de deglución cortó el tubo que cayó al excusado salpicando en el acto. Era muy poco lo que salió, por lo que continuó con la tarea hasta que le dolieron los abdominales, su garganta estaba rasposa, su cara roja, los ojos inyectados en sangre e hinchados, al parecer se le pasó un poco la mano ya que pequeñas venitas se marcaban en su cara. Con la mano izquierda, cuidando de no ensuciar tomó el asa del estanque y accionó la palanca, el agua salió expulsada y arrasó con el desperdicio dentro del baño, el sonido ya tan familiar tenía un efecto de recordarle la culpa, recordarle que todo lo que le sucedía era por sus acciones, miró el agua y aún flotaban pequeños restos de alimento, esperó a que el estanque estuviera nuevamente lleno y accionó la palanca, otra vez la tormenta arrastraba el contenido en un espiral hacia el fondo. Derrotado como estaba se levantó, se miró en el espejo, su reflejo lo entristeció y angustió más aún, se lavó las manos arduamente, luego se mojó la cara, el líquido frío ayudaba a calmarlo, cerró la llave y sacó la toalla pequeña que estaba colgada al lado, se secó el rostro y las manos, miró por última vez si había algún rastro de algo y nada, todo en orden, aquí no ha pasado nada.

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La imagen de la multimedia no tiene nada que ver pero son tan lindos que no podía dejar de ponerlos. Aunque esa pareja me perturba más de lo que me gusta...