Capítulo 61

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Frío, de ese que penetra hasta la médula, eso sintió al tomar conciencia del lugar donde se encontraba, involuntariamente comenzó a tiritar por el frío que sentía y por el miedo que lo abrazaba como un espíritu maligno que se te pega por la espalda y te susurra atrocidades al oído. Con sus brazos rodeó su pecho, lo primero que rememoró fue a su amado, cerró los ojos con fuerza y asió sus manos a sus brazos enterrando sus yemas en la carne, se colocó en posición fetal y en un intento de mantener el control se repitió constantemente, "estaré bien", "esto es lo mejor", "me sanaré", "lo lograré", se sobresaltó al escuchar la manilla de la puerta y luego el rechinar de las bisagras, abrió los ojos, estos expresaban tristeza y pánico.

— Hola muchacho — saludó con una sonrisa amable el enfermero — al parecer tienes frío, vuelvo de inmediato con tu ropa.

Hinata no respondió, se quedó quieto esperando, "mi ropa, pero...", no alcanzó a terminar su cuestionamiento ya que el hombre regresó con un bolso, de éste sacó un bóxer con un dibujo de perrito, se sonrió al verlo y miró de reojo al pequeño, que a estas alturas ya no sentía vergüenza por algo así, luego cogió unos jeans, una polera con el diseño de un gato, un polerón morado con un dibujo de anime, calcetines de panda comiendo bambú.

— ¿Qué edad tienes? — "de seguro es de primaria", pensó luego de ver su ropa y su cuerpo menudo, no había leído aún la ficha clínica del señuelo de Karasuno.

— ... — se giró dándole la espalda.

— ¿Vas en primaria? — segundo intento de entablar una conversación.

— No — fue pronunciado a penas audible.

— Oh, ¿en secundaria? — "bien, por lo menos obtuve una sílaba, algo es algo, es mejor que nada".

— No — ahora lo dijo en un tono más normal.

— ¡¿En preparatoria?! — no pudo disimular su sorpresa en su pregunta, se arrepintió de inmediato e intentó corregir la situación — Wow, ojalá yo me viera tan joven como tú, estoy a dos años de ser el señor de las cuatro décadas — dijo medio en broma, haciendo alusión a la canción de un guatemalteco que a varias féminas mayores les gustaba mucho. No se dio cuenta que este pequeño jamás había escuchado la canción, o si lo había hecho por casualidad, nunca le habría puesto atención a la letra.

No obtuvo respuesta, pero no perdió las esperanzas, quería ayudarlo como a todos los pacientes que ingresaban al establecimiento, por lo que se acercó con cautela y le tocó muy despacio el hombro.

— Toma, vístete, hace frío en esta sala — le dejó la ropa a su lado — saldré para que te puedas vestir — dicho esto se llevó el bolso con él.

Hinata tenía tanto frío que a penas escuchó la puerta se giró y con esfuerzo ya que tenía los músculos relajados por lo que sus extremidades estaban lacias, se vistió sentado en la camilla. Una vez completa la misión, no supo qué debía hacer, si quedarse ahí o salir, optó por lo primero, ahí sentado comenzó a mover las piernas que colgaban, esto lo ayudaba a hacer circular la sangre y tener un poco más de control de su cuerpo, alzó los brazos y movió las manos en círculos, luego el cuello hacia los lados y abajo, por último respiró profundo, iba a dar un pequeño salto para bajar justo cuando la puerta se abre de manera abrupta. Quedó estático.

— Hola Hinata kun — la doctora que acababa de llegar ella de una edad mediana.

Cualquiera le habría echado unos 34 años mas o menos, tenía el pelo castaño rizado en las puntas además de un frizz de otro mundo, parecía un dibujo animado, era delgadita, mucho, tenía piernas que parecían ramitas, sus muñecas eran unos huesitos que si los tomabas y hacías fuerza se quebraría.

— Hola — dijo rehuyendo la mirada.

— Soy la doctora Hasegawa, soy psiquiatra, quiero que de ahora en adelante no tengas secretos conmigo, aunque estos sean de lo más vergonzosos o lastimaros o ridículos a tu parecer, no me importa, yo escucharé todo, absolutamente todo lo que necesites decir, incluso aquello que jamás has pronunciado — tenía las manos dentro de los bolsillos de su delantal, esto era porque así disimulaba que apretaba una imagen de Buda, y mentalmente pedía fuerza e iluminación para poder ayudar a su paciente.

Naranjito no pudo mirarla, ¿cómo iba a poder decirle a ella, una desconocida, todo lo que pasaba por su mente y corazón?, era ridículo e impensado.

— Hinata kun, yo no soy alguien que conozcas, no conozco a nadie de tu círculo, sólo a tus padres, digo esto para que te des cuenta de que soy la persona adecuado para que te puedas desahogar, no revelaré tus secretos, no te compadeceré, no te regañaré, no me enojaré, bueno, sí tal vez un poco si no me haces caso y te portas mal, pero no me enojaré por lo que me cuentes, al contrario mientras más difícil sea de decir estaré más feliz de escucharte.

Ella caminó lentamente, parsimoniosamente alzó la mano y la depositó sobre esa cabellera naranja, mentalmente pronunció "nam myohou renge kyo" varias veces, de su mano expulsó un calor calmante, que Hinata agradeció e inmediatamente sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

— Quiero que confíes en mí, no soy tu amiga, es cierto, pero estoy de tu lado — le sonrió cuando encontró los ojos de Hinata que miraban hacia arriba — vamos Hinata kun, es hora de que conozcas el lugar — removió su mano y la metió en el bolsillo de su blanco delantal.

El pequeño bajó de un salto la camilla, pero no tenía muchas fuerzas por lo que se tambaleó un poco, ella lo vio pero no lo ayudo de inmediato, esperó paciente a que solo lograra recuperar el equilibrio, "no heriré tu orgullo ayudándote cuando no es necesario".

— Tuviste una cirugía hace poco, no creo que sea buena idea saltar, sólo por un tiempo, ya volverás a hacerlo y mejor de lo que lo has hecho hasta ahora — le cerró el ojo.

"¿Cómo sabe?, ah, mis padres le deben haber contado", se respondió solo, Shouyou no es tan tonto como la gente piensa.

— Sí — respondió con un esbozo de sonrisa.

Tal vez, sólo tal vez, ella fuera su salvadora...

Volemos 2 (yaoi), [kagehina] [daisuga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora