capitulo 9, el instituto

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       Amy se había metido en el cuarto de baño, las piernas temblando, el dolor de estomagó aumento, se sentía mareada. Sophia le había dado unas prendas de ropa negra en las manos y la había metido a la fuerza en el cuarto de baño, se dio cuenta que dentro de la regadera se encontraba una botella de shampoo llena, con olor a frutos rojos. Había una barra de jabón y unas toallas colgadas de unos ganchos, se miró en el espejo, su cabello enredado y llenó de sangre y mal olor, tomo un mechón enredado y lo inspecciono, lo soltó con una mueca de desagrado. Mientras se quitaba el camisón con cuidado, le dolió la pierna, miró y se encontró con un tatuaje de forma curiosa, la piel alrededor parecía estar sensible, quiso salir y gritar para que le dijeran porque la habían tatuado, pero anhelaba una ducha, así que no se resistió más y se metió a la regadera. Después los haría arrepintieran.

       **********

       Mientras tomaba una rápida ducha, inspeccionaba que tenía unos cuantos hematomas por todo el cuerpo. No dejo de pensar en la noche en la que desaparecieron sus padres y Alice, mientras se decía que al salir le pediría el teléfono a alguien, tal vez Ray sabría algo, tal vez ya estaban en casa sanos y salvos.

       El estomago no había dejado de protestar por la falta de comida. Cerro los ojos y contra los parpados le pareció ver un pedazo de pizza, lo cual fue cruel. <Ahora estoy alucinando, como me gustaría poder comer un pedazo de pizza> pensó.

       Una vez se vistió con la ropa de Sophia; un vestido corto de color negro y una chaqueta corta del mismo color. Se secó de nuevo el cabello con la toalla. Busco en la habitación en busca de un cepillo de cabello, para su suerte y extrañamente había uno en un contenedor. Se paro frente al espejo, esta vez ya no tenía sangre sobre el rostro y el cuerpo lo cual agradeció. Sintió un pequeño ardor en la hombro, con una mueca de dolor se quitó el cabello, se bajo un poco el vestido en la parte de la espalda dejando al descubierto una aparte del hombro, sobre la piel se encontraba unos trazos de color negro, otro tatuaje. Ella se contuvo para no gritar, exclamó en un susurro <hijo de...> Dejo el cabello de nuevo en el lugar y empezó a cepillarlo, enfadada.

Tardo un tiempo en deshacer la gran maraña de color café rojizo, pero cuando lo logró, salió de la habitación dejando que el aroma a frutos rojos se esparciera por la gran habitación. Esta estaba vacía, a excepción de rubiales... Daniel que se encontraba recostado en la cama adjunta a la suya. Al acercarse, él levantó la vista, de inmediato le exploró el cuerpo con la mirada. Amy llevaba la chamarra colgando de su brazo y el cabello le caía sobre los hombros y le rozaba la cadera cada vez que daba un paso. Estaba descalza, ya que Sophia solo le había dado la ropa, sin zapatos.

       –¿Qué hiciste con mi ropa y mis botas?–pregunto ella–. ¿Tú me tatuaste? ¿y como es que no tengo ninguna herida? porque recuerdo perfecta como caí sobre el parabrisas de ese auto, así que no me puedes mentir, ricitos.

       Él le examinó el vestido, los hematomas que tenía en las piernas estaban al descubierto y hacía frió. Se encogió de hombros y se puso la chaqueta, él volvió a mirarse las botas de color negro. Con cada parpadeó sus pestañas le rozaban los prominentes pómulos, su piel era de un hermoso color dorado. Él se acomodó y se cruzó de brazos.

       –¿Que tienes tú con los sobrenombres y hacer tantas preguntas?–preguntó–. Mi nombre es Daniel, no ricitos ni rubiales, es Daniel.

       –De acuerdo. Daniel–remarcó–, ¿contestaras a algunas de mis preguntas?

       Él suspiro exasperado, cerró los ojos, se levanto de la cama con rapidez y agilidad. En segundos estuvo frente a ella, ayudándola a ponerse la chaqueta que le estaba costando trabajo ponerse con el dolor que le provocaban los hematomas. Ella se soltó de su agarre, terminando de ponérsela.

Cazadores de sombras: Ciudad de misterios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora