capitulo 17, como las mentiras destruyen

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       –¿Mi mamá es una cazadora de sombras?–preguntó Amy, miraba la mesa y nada más.

       Temía levantar la mirada y ya no ver a Ray como antes. Como la persona que la cuidaba cuando sus padres no estaban y cuando estaba triste.

       Su silencio le dijo más que cualquier palabra. Amy quiso gritar y llorar. Todo lo que pudiera hasta que las mentiras de desvanecieran. Se levantó de la mesa y se dio la vuelta para que no le vieran los ojos llorosos.  En todo momento de su vida habían estado sus padres y Ray, le curaba todas las heridas que sus padres no podían. Ya nada, NADA sería como lo había sido antes.

       Golpeó la pared con todas sus fuerzas. Escucho como una de las sillas se arrastraba en el suelo, miró al suelo, una lágrima se le escapó del ojo. En el suelo vio unas botas negras. Se miró los nudillos, estaban rojos y sangre había empezado a brotar de ellos, aunque no sintió el dolor solo furia.

       Daniel le puso una mano en el hombro. Deseo que la consolaran, que él le dijera que todo estaba bien, con su masculina y profunda voz. Sintió su mano en su hombro, ella no se pudo contener más, lo abrazo. Sintió que el cuerpo de él se tensaba, su rostro estaba contra el pecho del chico. Su corazón estaba acelerado, pero ¿por qué Daniel Herondale reaccionaria así?

       –Esta bien, encanto–la abrazo, ella se sintió menos triste, pero no menos herida por las mentiras. 

       Las mentiras eran heridas tan profundas a las cuales le ponías alcohol y al momento ardían.
Rubiales carraspeó y la soltó. Ella lo miró al rostro y le sonrió.

Por primera vez.

       Él también lo hizo, cuando ella dejó de verlo se secó una lágrima, se volteó hacía Ray. Este sostenía un papel rojo escarlata. Él se la tendió, Amy miró el papel rojo, se acercó a Ray le tomó el papel de la mano.

       –¿Qué es esto?–preguntó Amy. Después sintió como el papel estaba tan tieso, se cuenta que el papel no era naturalmente de ese color–. O por Dios, e-es sangre.

       –Los hijos de la noche–susurro Daniel, Ray lo miró–. Vampiros.

Ray asintió. Daniel tomó el papel, y lo inspecciono. Sus ojos ojos fijos en el papel escarlata, de un precioso color verde, tan preciosos y brillantes como las hojas de los arboles.

     –¿Te lo han dado esos bastardos?

        Ray negó con la cabeza, Amy miró con desagrado y horror al papel con sangre, sus manos temblaron. <¿De quien sería la sangre?> se preguntó, tembló. Se abrazo, los ojos todavía fijos en el papel. Ray suspiro, Daniel miró a este, parecía estar preguntando algo y Ray sabía la respuesta.

      –No, me lo han entregado...–se pasó las manos por el rostro, parecía estarle tomando mucho trabajo–. Luke... Luke Garroway.

       –¿De que estas hablando?–dijo Daniel–. Ni siquiera esta en el mismo continente.

       Amy miró a rubiales, curiosa. Este solamente miró a Ray, su perfil incluso resultaba ser hermoso. Sus ojos igual de brillantes, sus cejas arqueadas, sus pestañas brillantes, su cabello caía sobre estas, sus labios... Amy apartó ese pensamiento y dejo de verlo. Ray la miró, sabía que la había visto y no lo aprobaba.

Cazadores de sombras: Ciudad de misterios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora