Amy solo se quedó helada al escuchar la historia de Alec.
Magnus Bane.
Él brujo más famoso de la historia había estado ahí, en el instituto.
–Así que... Magnus... Tu ex ¿estuvo aquí?
Alec asintió.
<Magnus Bane... Y Alec. Imposible> pensó Amy.
Por lo que Amy sabía de ambos, eran muy diferentes, jamás se le hubiera ocurrido que habían tenido algo.
–¿Ex? Esa es una palabra muy fuerte. Incluso para ti, Daniel Herondale.
La voz de un extraño resonó en la habitación. Amy se dio la vuelta, justo en el lugar en donde había estado Aaron estaba un hombre. Sus ojos eran de color amarillo con verde, la pupila parecía la de un gato. Sus labios eran atractivos, no había rastro de una sonrisa. El ceño estaba fruncido, el cabello negro estaba hecho un desastre y había enormes ojeras debajo de sus rasgados ojos. Era grupo y muy delgado. Tal vez demasiado.
Sus ojos estaban sobre Alec... Se veía molesto, pero no con Alec.
–Te dije que te largaras de mi instituto, Magnus–Dijo Alec, Amy notó el enfado en su voz–. Avisaré a la clave del ataque.
Magnus... Amy tuvo que respirar hondo para no mostrar lo sorprendida que estaba.
Cada vez que Amy pensaba en Magnus Bane se imaginaba a un brujo brillante y... Despampanante, pero no era así. Se veía como un hombre normal, excepto por sus ojos.
El brujo suspiró, esa fue lo único que contestaría, Amy lo presentía.
El delgado brujo miró a todos los presentes, a Sophie y Max los miró con tanto cariño, tristemente ellos no lo miraban de esa manera.
Adam se acercó a Amy, le tomó la mano, dándole unos pequeños apretones, como si le estuviera diciendo que estaba a salvo. Amy tuvo que mantenerse quieta, porque cuando él le tomó la mano, ella se sobresaltó. Ahora solo se sentía extraño, como si la mano no encajara con la suya.
Ella no tenía miedo, ni un poco. Estaba, más bien, enfada. No con alguien en particular, solo lo estaba.
Los ojos del brujo pararon en Daniel, él apretó su mano alrededor del Díkopo. Su ceño estaba fruncido, la boca en una línea recta, su rostro una completa máscara de furia.
Amy estaba segura de que había cariño en esa mirada, como si mirara a un hijo... O un viejo amigo.
Eso hizo enfadar más a Daniel, o eso parecía. Una vena en su cuello saltaba y aunque estaba enfadado más bien furioso con Amy, y ella con él, no pudo evitar sentir una extraña sensación en el estomago, las mejillas calientes.
–Emilia Swanwright.
Como si hubiera despertado de un sueño, ella miró al brujo, que sin duda la había llamado.
–Tanto poder acumulado en una chica tan minúscula. Tan parecida a Violet.
–¿Disculpa?–preguntó Amy, lo dijo más indignada que nada.
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Cazadores de sombras: Ciudad de misterios.
Hayran KurguDespués de haber presenciado un gran accidente mientras estaba de vacaciones, la joven Amy Swan descubre un mundo que solo pensó que existían en historias, y con ello la conexión que tiene su familia y ella con este. A lo largo de la historia, ella...