Capitulo 29, el peso de cargar con este apellido

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Amy se encontraba sentada en el suelo de la biblioteca, había sido afortunada al encontrar un libro de cuentos y poemas de Edgar Alan Poe, siempre le habían gustado. Recordó haber leído el gato negro con Mason, eran pequeños y a él le había dado tanto miedo que se había puesto blanco como el papel, pero a Amy jamás le dio miedo, había algo en cómo había sido escrito que le había encantado, aunque no sabía que era. En cambio el poema de Annabel Lee le había asustado tanto que paso meses sin dormir porque pensaba que Annabel saldría de debajo de su cama, lo cual ahora le causaba gracia.

La verdad era que no podía dejar de pensar en Daniel, no se concentraba, no podía hacerlo. No con lo que le había dicho a Daniel.

–No sabía que estabas aquí–Amy pego un brinco y se dio cuenta de que Adam habían entrado– ¿estas bien?

Le preguntó Adam. En sus ojos cafés había algo que Amy no podía descifrar, un brillo extraño que jamas había visto en ellos. No era la luz que entraba por las ventanas, sino algo más. Amy no se podía creer lo bien que se veía.

Adam se agacho junto a ella y la miró al rostro.

–Eso creo–dijo Amy– ¿por que?

Preguntó, sintió que la cara se enfriaba, aunque se supone que debía de ser al revés. El ceño de Amy se frunció cuando Adam le miró una mejilla.

–Estas llorando.

Le contestó Adam. Amy se pasó una mano por la mejilla. En efecto, estaba llorando. Él le paso una mano por la mejilla, secando las lagrimas que no sentía que estuvieran saliendo.

<Daniel...>

Pensó, el nombre del chico resonó en su cabeza, parpadeo, esa vez si sintió como una lagrima se derramaba en su mejilla. Adam la limpio.

Se sentía horrible, lo que le había dicho a Daniel era imperdonable. En parte era lo que quería, él merecía a alguien mejor, alguien que le diera el amor que necesitaba. Ella no era la indicada.

Se enfado consigo, se aparto de Adam y se levantó del suelo, dispuesta a salir corriendo hasta su habitación. No porque no quisiera hablar con Adam, ni estar un rato con él, pero no podía, no quería sentir algo que sabía que estaba pasando y no podía pasar.

–Se que los extrañas. Pero los encontraremos.

Amy se detuvo, sabía perfectamente a que se refería, se abrazo. Recordar a su familia le produjo un gran golpe en el pecho, doloroso y molesto. Amy dio la vuelta, él se había levantado y la miraba desde aquel lejano punto.

–Lo se. aunque no tengo ni la menor idea de que le diré cuando los encontremos–confesó, Adam se acercó unos cuantos pasos a ella–. Parecen unos completos desconocidos.

Adam paso a su lado y se sentó en uno de los sofás, le hizo un ademan para que se sentara a su lado. Amy lo dudo, tomó el libro con más fuerza.

–Podría compartirte lo poco que se de ellos.

*******

Cuando Daniel salio de la habitación recordó que debía arreglarse el cabello, lo cual hizo. Busco a su tío, lo encontró en su habitación, sostenía su teléfono en sus manos. Lo pasaba de manos en mano, nervioso. Al ver a Daniel pareció relajarse tan solo un poco. Daniel le anuncio que iba a salir, lo que hizo que Daniel se sorprendiera fue que Alec no objeto.

El departamento de Heather no se encontraba tan lejos, lo cual era bueno, aunque si fuera lejos, no lo notaría, ya que estaba distraído. Pensaba en Amy, la cabeza le dolía y se sentía... enfermo, ella pensaba eso de él, que solo era... que lo que ella quería era algo parecido a lo que Kim y él tenían.

Cazadores de sombras: Ciudad de misterios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora