Capitulo 26, lo que jamas se a a contar

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       Cuando los ojos de Amy se abrieron ella se cayó de la silla sin poder respirar de lo asustada que estaba. Sentía un horrible dolor en el cuello, sobre la runa. Pudo respirar pero el dolor seguía ahí,

       Daniel empujo la silla y cayo a su lado, la tomó por los hombros y la obligo a mirarlo, él le puso la mano sobre la mejilla, su expresión de preocupación, sus ojos estaban cristalizados, Amy se sintió culpable ya que ahora sabía lo que muchos no, tal vez lo que nadie, ni siquiera Kim o Soph... ella sabía sus debilidades, sus miedos. Sabía lo horrible que habían sido los últimos tres años para él.

       Ademas del dolor en su cuello, sentía algo más, algo que no sabía como describirlo... como si un rompecabezas dentro de ella estuviera completo, como si antes hubiera un vació en su alma que no había notado. En ese momento, en el que estaba tan cerca de Daniel sintió que se completaba más, como si él le estuviera pegando cada parte de su alma rota.

       Amy le tomó la mano a Daniel. Él miró sus manos entrelazadas con un miedo tan visible en ese hermoso rostro, Amy apartó la mano, sintiendo como sus mejillas se ruborizaban.

       Daniel suspiró, se levantó del suelo tambaleándose, se apartó de Amy y salio de la habitación tropezándose con sus propios pies, como si estuviera escapándose de la cárcel, tal vez para él Amy era su carcelera y él un inocente. Tal vez todas las chicas con las que había estado él eran sus carceleras, manteniendo encerrado en su propia celda...

       Amy se mantuvo en el suelo, no se había dado cuenta de cuando el dolor de la runa desapareció. Miró a Ahira, ella estaba recargada sobre uno de los tantos estantes, respiraba pesadamente y tenía los ojos cerrados, justo cuando Amy le iba a preguntar si estaba bien, ella le dijo:

       –Estoy bien–respondió Ahira a la pregunta silenciosa de Amy. La bruja abrió los ojos, su iris morado se veía muy brillante con la luz de la habitación–. Él no parece estarlo, tal vez deberías acompañarlo

       Amy se levantó del suelo lentamente, un poco mareada. Se acercó a Ahira, le puso una mano sobre su delgado hombro y susurro.

       –Muchas gracias, en verdad.

       Le dijo con la voz más amable que tenía, Ahira asintió, se veía horrible, terriblemente cansada, como si el hecho de abrir los ojos la hiciera sentir peor. Quiso poder ayudarla, aunque Amy no era doctora de brujos, no sabría que hacer.

       –No me agradezcas, les debo más que mi vida a los Swan

       Admitió Ahira, se aferró con más fuerza al estante, suspiró. Sus ojos seguían cerrados y sus uñas se hundían en la madera del estante y sonreía forzadamente, como queriéndole demostrar a Amy que estaba bien, pero que eso no era verdad.

       –Ahora yo te debo más que la vida.

       Ahira abrió los ojos y la miró impresionada, Amy le sonrió. En ese momento sus recuerdos volvieron a mostrarse, Ahira siempre había estado a su lado cuando Amy la necesitara, como lo había estado Ray.

       Amy salio corriendo de la habitación, se levantó las faldas del largo vestido. Abrió la puerta de golpe, dispuesta a buscar a Daniel, pero no tenía que buscarlo, estaba parado justo frente a la puerta, a unos cuantos pasos, en el pasillo. Amy se acercó lentamente.

Cazadores de sombras: Ciudad de misterios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora