Capítulo Setenta y seis (PARTE UNO)

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Había olvidado mi estúpida programación en el escritorio de mi oficina así que, cuando el taxi casi llegaba al gran museo en donde sería la gala de esta noche, tuve que pedirle al conductor que se desviara para venir a recogerla.

Ahora, con un vestido increíblemente incómodo a la hora de caminar (cosa que no parecía ser importante al momento de comprarlo, pues jamás pensé que tendría que hacer una maratón a mi oficina mientras lo usaba), y unos tacones de más de diez centímetros, me arrepentía de cada decisión hecha en las últimas veinticuatro horas.

La oficina se veía extrañamente vacía. No era horario de trabajo y todos los puestos estaban desocupados. Había solo una luz prendida en todo el piso y, a decir verdad, se veía algo escalofriante.

Caminé rápidamente hacia mi oficina y, cuando estuve al lado de mi escritorio saqué el maldito itinerario. Cuando lo tuve en mi mano sentí una de las puertas del piso cerrarse fuertemente, de inmediato me giré asustada.

¿Cuántas posibilidades habían de ser asesinada en el edificio editorial de una revista de moda?

Alcé una de mis cejas y tomé lo primero que ví; una engrapadora.

Caminé hacia el pórtico de mi oficina y, justo cuando me iba a asomar divisé un smoking de color gris. Mi primera reacción fue gritar, cuando noté el rostro del hombre que tenía en frente suspiré -Dios, Sean, me has asustado. -Una sonrisa divertida se coló en su rostro -pensé que eras un intruso.

-Un intruso, ¿Huh? -preguntó, alzando una de sus cejas -¿Y te ibas a defender con una engrapadora?

Miré el objeto que aún cargaba y lo dejé, avergonzada, encima de la mesa -bueno, uh... las engrapadoras pueden ser bastante dañinas si sabes como usarlas.

El chico soltó una risita, yo terminé haciendo lo mismo. -¿Qué haces aquí?

-Olvidé mi itinerario -expliqué, apagando la luz de mi escritorio y caminando hacia fuera de mi oficina. -Ya debería estar en la gala. ¿Qué hay de ti?

-Me he quedado un rato más trabajando -él se alzó de hombros.

-¿Un viernes por la noche? -pregunté, apretando el botón del ascensor -eso es...

-¿Triste? ¿Aburrido?

-Sacrificado -respondí, con una sonrisa. -¿No irás a la gala?

-No, no -él negó con la cabeza -supongo que después de cinco años de asistir a la misma gala pierde el sentido -el elevador se abrió delante de nosotros y ambos subimos -te ves increíble, por cierto.

Sonreí, algo cohibida -gracias.

No estoy segura si fue mi imaginación, pero el elevador comenzó a ir más lento. Ambos sonreímos incómodamente y, cuando el pitido sonó, anunciando que habíamos llegado al piso uno, los dos nos apresuramos en bajar. Cuando estuvimos afuera de este ambos nos miramos, aún incómodos.

-Uh, bueno, buena suerte en la gala -el chico sonrió -lo harás excelente.

-Gracias, Sean -respondí, sonriendo -suerte en... tu noche de viernes.

Sean rió divertido y ambos salimos del edificio; el frío aire nocturno me golpeó. Cuando ya iba camino al taxi, y Sean iba hacia el otro lado de la calle una idea cruzó mi mente.

-¡Eh, Sean! -llamé la atención del chico, él se volteó sorprendido -¿Tienes planes el próximo viernes?

-

Este, posiblemente, era el evento más importante al que había asistido en mi carrera.

El lugar estaba repleto, y la palabra lujo estaba reflejada en cada rincón. Las celebridades más cotizadas y atractivas del momento se paseaban por la alfombra como si fuera el pasillo de su casa, y los flashes enceguecen a cualquiera. Las luces, la música, y el ambiente en general era increíblemente llamativo, era casi como estar en otro mundo.

Out Of My Limit IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora