El Mar De Los Soles Muertos. XIV

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Capítulo 14: El último desayuno.

"Procurad que sea de día cuando des tus plegarias, pues los dioses también duermen, y no querrás que un personaje indeseado escuche tus más profundos deseos. También procura reunirte con familiares durante el desayuno, cuando el sol brilla con fulgor, en vez de en la noche donde la luna guía a los perdidos, ésa es la única forma de que la mesa se siga manteniendo llena, pero no de comida, sino de invitados".

Ubicación: Chicago, Illinois, EE. UU.
Fecha: 28/12/2020 – Horas de la mañana.
Jackson Blake.

—Buena forma de prepararse para una guerra —me dice Ruby despertándose, con su cabello enredado y el resto de su aspecto de una forma salvaje, aún desnuda.

—¿Tener sexo toda la noche no es ejercicio suficiente? —espeto con cierta ironía, en el mismo estado que ella. Al despertar, los retazos de humo que aún salen de las colillas de cigarros me llegan a la nariz.

—Si me lo preguntas a mí, todavía tengo ganas de más —comenta, volviendo a subirse encima de mí.

—Justo lo que quería escuchar —correspondo, poniendo mis manos en sus nalgas. Una ligera puntada en la cabeza de las pastillas de ayer me golpea, pero nada que no pueda soportar.

—Jackson, prométeme una cosa —me dice, acercándose a mí en medio del acto.

—Tú sólo pídemelo —respondo, mirándola a los ojos.

—Prométeme que no vas a morir en esta guerra —me pide, poniendo una mirada que me derrite, como sólo ella puede.

Pero a pesar del momento, de sus ojos y de las palabras que dice, no lo cumplo.

La bajo de encima de mí, y me levanto de la cama.

—Eso es algo que no puedo prometerte —le hago saber, y luego de hacerlo voy al baño.

Me doy una ducha rápida, me seco con una toalla. Salgo y tomo unos boxers, un pantalón de chándal negro con gris y salgo de mi habitación, con el cabello todavía húmedo mojando mi espalda.

Me visto en el pasillo, y cuando ya estoy cubierto de la cintura para abajo, camino hasta la sala de apartamento.

Veo que ya Taylor está despierto. Está mirando la televisión.

Los hermanos West perdieron su casa después del secuestro de Jayden, la cual quedó destrozada por el descontrol de Taylor, así que decidí darles alojamiento temporal en mi apartamento mientras consiguen una nueva. Es cierto, podrían quedarse a dormir en los dormitorios de la base de operaciones de la corporación, pero no hay nada como dormir en una cama cómoda, sin tener que escuchar aviones llegando y saliendo a cada rato ni las pruebas de tiro de los soldados.

—¿Ya te cansaste de hacerla gritar? —me pregunta cuando me siento a su lado. Está vestido como yo. Sin camisa y con unos jeans rasgados.

—Sólo vine a tomar un descanso —mofo, y ambos reímos.

—¿Por qué no la haces tu novia? —me interroga.

—Porque no quiero lastimarla —confieso.

—¿Crees que no lo haces ahora?

—¿Por qué lo dices?

—Sabes cómo son las mujeres, ellas viven hablando sobre sus vidas, y ese es un tema que Ruby, Charlotte y Athena tocan muy seguido. Tú te salvas cuando estas en el laboratorio o haciendo algo de tus cosas científicas, pero Meseret y yo ya estamos hartos de tener que escucharlas.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora