Capítulo 4: Artes mágicas.
"Muchas son las fuerzas que actúan en este mundo, y muchos son los mundos que existen gracias a esas fuerzas. Una de ellas es la fe, de donde nace el poder de los dioses y donde se forja la voluntad humana".
Ubicación: Turín, Italia.
Fecha: 28/12/2020 – Horas del día.
Benjamín King.Siempre estoy rodeado de incompetentes.
Sara se enfrenta a varios demonios, logrando salir victoriosa por pura suerte, recibiendo una mordida. Si hubiera sido cualquier otro la dejaría ahí hasta el final de esto, pero como sus gritos se escuchan en toda Turín, me resigno a ir y ayudarla.
Vuelo hacia ella, y al llegar puedo ver que la zona de su cadera afectada está empapada de sangre. Sin necesidad de quitarle la ropa de la zona sé que la herida es profunda, pero no voy a perder mi tiempo sanándola por completo.
—Vitaia, sanigrum —recito al posar mi mano sobre su herida.
Ella reacciona sacando sus garras, alterada.
—Calma —le digo al sentirla, sin detener la sanación.
Ella pega gritos que me afectan la audición. Y luego del quinto, antes de quedar sordo, le pongo un hechizo que la silencia. Al terminar me levanto, quitando el hechizo.
—Vine a curarte, no a que me dejes sordo gritando —espeto serio.
Me envuelvo en una bruma azul y me voy.
Mientras lo hago, veo a unos demonios que se me acercan buscando pelea.
Insolentes.
Meneo mi mano tres veces, y tres bolas de energía salen disparadas hacia ellos. No les doy importancia a criaturas menores, fijo mi mirada en mi objetivo: Samael, y me dirijo hacia allá.
Ambos nos encontramos frente con frente, separados por unos diez metros. Uno de sus cuernos se haya partido, y ese detalle me llama la atención en él. Vuela por uno de sus conjuros, no se ve en la necesidad de sacar sus alas. Me observa con satisfacción, sabiendo que es entre nosotros dos que se decide esto.
—Animaia, volatum —pronuncio.
Una bandada de aves blancas sale de las mangas de mi camisa y van volando hacia él. Samael se defiende con fuego infernal, quemándolas a todas. Animaia, renatum. De las cenizas de las aves, la figura de un fénix renace, envolviéndose en su fuego y disparándole una llamarada al demonio obligándolo a cubrirse con sus alas.
El fénix vuela alrededor de él, con su fuego saliendo de su pico. Samael mueve sus manos y hace un conjuro que cubre sus alas con una capa de hielo. Al desplegarlas, las esquirlas de hielo se disparan junto a una nube de escarcha, la cual apaga el fuego de mi fénix para que las esquirlas lleguen a él y lo acaben.
Samael sostiene al ave antes de que caiga, la cual se vuelve cenizas nuevamente, y sabiendo que volverá a renacer, hace uno de sus sellos sobre las cenizas para convertirlas en un jinete montado a caballo con aspecto infernal.
El caballo es negro, y con su crin en llamas, cubierto con una armadura de placas, montado por un jinete acorazado que porta una espada en llamas negras a cada mano. El jinete golpea los cuartos traseros de su montura, ésta se alza en dos patas y emprende una carrera hacia mí. El caballo galopa sobre el aire, dejando llamas que van cayendo al suelo.
Muevo mi mano y un haz de energía va hacia él, envolviendo las dos patas delanteras de su caballo y haciéndolo caer. El jinete salta cual veterano y sigue corriendo hacia mí.
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La Doctrina de los dioses: Los Herederos del Caos
Bilim KurguLa doctrina de los dioses inicia en un mundo que sufre y está en decadencia. Puedes verlo cuando los frutos de los árboles pierden su sabor, cuando la sonrisa de los niños es reemplazada por el miedo de sus padres y las ganas de vivir se extinguen...