La Herida Del Cielo. XIV

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Capítulo 14: Crisis.

"Así como trazas tus metas, también construyes tus limitaciones y así como anhelas verlas realizadas, con la misma fuerza creas los obstáculos".

Ubicación: Turín, Italia.
Fecha: 28/12/2020 – Horas de la tarde.
Athena Stone.

Ruby y yo quedamos paralizadas al ver la entrada de Asmodeo. Fue duro pelear con Lilith por sí sola, y ahora enfrentarla a ella y a su enfurecido novio será un infierno.

"¿A quién llamarás ahora para que venga a defenderte?", fue lo que le preguntó Ruby a la madre de demonios.

"Mi príncipe siempre viene cuando más lo necesito", fue su respuesta.

Y luego de ver el cielo abriéndose para darle paso a Asmodeo, y de ver cómo nos arrojaba el mandoble de Vladimir, sinceramente quisiera que mi príncipe también estuviera aquí.

Jayden... No sabes cuanta falta me haces en este momento.

—Encárgate de ella —le digo a Ruby, quien aún está en shock.

—¿Qué? No puedes sola contra él —me recuerda la rubia, en su forma de quimera.

—Eso es lo que me preocupa, que ninguna puede contra él.

Asmodeo no pierde tiempo bajando hasta el suelo en su dragón, más bien prefiere dejarse caer y aterrizar por sí mismo, rompiendo la calle donde estamos. Él guarda su lanza en su espalda, y se frota las manos. Está confiado.

Ya no hay engendros ni tropas oscuras, los golems de Savannah se desactivaron y las tropas de Wasol son cada vez menos. Sólo estamos Ruby, Duncan y yo, contra un príncipe infernal y la madre de los demonios.

Duncan se trepa como puede sobre el lomo del dragón de Asmodeo, y lo aleja de nuestra ubicación, tratando de herirlo.

Ésto es entre tú y yo.

Le disparo una ráfaga sombría que él cubre con su antebrazo, y luego solidifico las sombras convirtiéndolas en una soga que le ata los brazos a unos postes de luz que están detrás suyo. Me demuestra su fuerza cuando hala de tal manera que los postes se doblan con un sonido rechinante, y después se rompe la soga que he hecho.

Le lanzo más ataques alternando sombras y oscuridad, pero ninguno le hace un efecto considerable.

Y cuando ya está a menos de dos metros de mí, envuelvo mis puños en mis elementos, y me lanzo a intentar golpearlo.

Él me esquiva con facilidad los primeros tres golpes, pero aun así logro darle uno en la cara, en su rostro principal. Asmodeo lleva su mano hasta la zona del golpe, para frotarla lentamente, y después en cuestión de segundos me da un revés con el dorso de su mano tan fuerte que me tira al suelo.

—Eres bella, y una flor como tú no merece morir tan pronto. Lárgate ahora y serán alargados tus días sobre este mundo.

—Eso es una promesa vacía si no hay un mundo donde pueda vivir —refuto.

Y rápidamente me levanto, y le doy otro golpe en la cara. Es allí cuando noto que su rostro de carnero tiene los ojos cerrados, y es el más pálido entre los tres, como si estuviera muerto.

Él me toma del cuello, y comienza a apretarlo poco a poco.

—Eres terca, jovencita. He dicho que te vayas.

Y me arroja hacia un lado, como si no fuera más que basura.

Pero me niego a quedarme en el suelo viendo cómo ellos destruyen mi mundo y matan a mis seres queridos.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora