La Herida Del Cielo. VIII

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Capítulo 8: Lealtad.

"La fidelidad de un hombre se demuestra en el peor momento de su vida, su sacrificio, voluntad y servicio durante un momento como ese demuestran quién es en realidad".

Ubicación: Venecia, Italia.
Fecha: 28/12/2020 – Horas del día.
Klaus Miller.

Cuando la espada de Vladimir corta el cuello de Asmodeo, yo nado hasta donde está él y me subo rápidamente hacia la góndola sobre la cual está. Extraigo la electricidad restante de su cuerpo. José Alejo me mira sorprendido, para después señalar al demonio.

El cuerpo y la cabeza de Asmodeo flotan sobre el agua, y en ese momento vemos cómo su cabeza vuelve a unirse a su cuerpo como si nada hubiese ocurrido. Asmodeo se reincorpora, y también sube a la góndola.

—¿Cómo? —Es lo único que puedo decir al presenciar tal atrocidad.

—Tres cabezas, tres vidas —comenta.

Y al oírlo, José y yo nos quedamos sin palabras.

La góndola empieza a hundirse por el peso del demonio, y en eso él toma a Vladimir, quien aún sigue tratando de despertar y lo arroja de nuevo hacia el puente. Alejo lo recibe envolviéndolo en una corriente de aire.

Yo concentro el poder del rayo en mi mano y le disparo un relámpago sumamente cargado hacia el abdomen. El ataque lo alcanza, lleva la electricidad por todo su cuerpo y sale por su espalda. Asmodeo se encorva por el dolor, y después de eso sonríe.

Me agarra del cuello y me lanza hacia el puente otra vez. Cuando estamos todos, corro hacia Vladimir y lo pongo boca arriba. Concentro una carga eléctrica en mis manos, la llevo a su pecho y hago de desfibrilador. Nada ocurre pero no dejo de intentarlo, hasta que la carga en mis manos se hace mayor, y por descuido lo que hago es darle un golpe en el pecho por la impotencia. Al instante Vladimir se despierta y toma aire.

—No hemos terminado aún —le digo ayudándolo a levantarse. Las muecas de dolor en él me dicen que las consecuencias de haber recibido el relámpago son graves.

A pesar del dolor, Vladimir se pone de pie, no en condiciones, pero sí listo para seguir.

Alejo nos gana tiempo, pues cuando Asmodeo salta y llega a donde estamos, él lo empuja con un remolino. La piel de Asmodeo empieza a presentar cortes, y sé que se trata del remolino de José.

El demonio clava el mandoble de Vladimir en el piso, atrae su lanza y con ambas armas avanza hacia nosotros, clavándolas en el empedrado para aferrase, y resistiendo el ataque del venezolano.

José pone más empeño al verlo acercarse, y tiene que quitarse cuando Asmodeo le lanza un tajo descendente con el mandoble. El remolino se va cuando su creador pierde el control, y se dispersa en ráfagas ventosas que hieren al dragón.

La bestia, quien durante todo este tiempo ha tratado inútilmente de quitarse mi martillo por sus instintos, se molesta aún más por las ráfagas de viento. El dragón carga el fuego dentro de su boca de una forma sorprendente, y después lo dispara. Vladimir y yo estamos en su camino, pero José nos salva absorbiendo la enorme llamarada con un tornado que hace.

El tornado da vueltas a una gran velocidad, y cuando las llamas lo alcanzan, se unen a él, convirtiéndolo en un tornado de fuego.

José lo manipula con cierta dificultad hasta llevarlo hacia el demonio. Asmodeo no puede impedir ser tragado por el tornado. Los gritos del demonio son audibles para todos, y sabiendo que es una buena oportunidad, concentro el poder de las tormentas en lo alto del cielo. Cuando las nubes se cargan a tal punto que sus cargas se sueltan por doquier, hago que todo el poder del rayo caiga en el tornado.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora