La Herida Del Cielo. XXIX

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Capítulo 29: El Sabbath.

"Reunidos todos alrededor de la mesa, decid sus maleficios antes de ingerir bocado, comed hasta saciarse y bebed hasta estar ebrios, maldecid las manos que prepararon los alimentos y preparad sus tributos para rendirle homenaje al demonio entregándose a él en cuerpo y alma".

Ubicación: Salem, Massachusetts, EE. UU.
Fecha: 31/12/2020 – Horas de la tarde.
Benjamín King.

La luz del sol cada vez es más tenue y el repulsivo olor a muerte está impregnado en el lugar. Por los animales muertos que cuelgan de las ramas de los árboles, al igual que los cuerpos de los niños. También incluso por la pila de cadáveres encima de un gran pentagrama. La sangre gotea de todos lados.

Mi pequeño comité de bienvenida me mira con ojos de odio, mientras algunas de ellas, veo que las más ancianas, corren por socorrer a su señor infernal, a quien posan sobre una mesa y ellas mismas comienzan a besar y frotar con sus manos. Otras de las brujas van de a poco ofreciéndole regalos y homenajes, poniéndolos sobre una mesa adjunta.

Pero la mayor parte de las brujas se queda observándome, y más aún cuando son capaces de atarme y amordazarme sin que siquiera me dé cuenta.

Me cuelgan a una de las ramas del árbol más grande. A mis lados veo niños colgados, recién asesinados.

Me inmovilizan las manos y pies con una especie de soga mágica, la cual impide mis poderes. Y ponen en mi boca una mordaza mojada de vinagre. Atan a mi cuello una soga para colgarme al árbol y me obligan a sostenerme sobre el delgado bastón de un anciano. Ellas saben lo que hacen.

Las brujas menores son las que me vigilan, mientras que las más veteranas van a darle homenajes al príncipe demonio. Lucifer cambia de forma, convirtiéndose en algo más grotesco. Toma la forma de un macho cabrío con aspecto humanoide. Y es allí cuando puedo ver por completo la herida de su pecho. Está agonizante y sangrante. Esa herida ya habría matado a cualquier humano.

Una de las brujas mayores se horroriza al verlo en ese estado y me dispara trozos de madera rota que se me clavan en las piernas. Cada vez se me hace más difícil sostenerme de pie para evitar ahorcarme.

Todas van de una en una llevándole sus homenajes, supongo que como parte de la reunión.

Luego de eso, unas largas mesas e incontables sillas salen del interior de la mansión y se ordenan en medio del lugar. Las brujas corren a buscar unos manteles sucios y rotos que ponen para cubrir la mesa. Son las más novicias las encargadas de la comida.

Primero veo que llevan a la mesa, los cadáveres de otras brujas y brujos. Cada bruja lleva el cadáver de un niño, curiosamente muy parecidos entre sí. Los niños ya están descuartizados y en un acto de sincronía, terminan de despedazar a sus propios hijos muertos, dividiéndolo todo en tres partes. Una la cuelgan sobre una larga vara para que sea asada, otra la introducen en un inmenso caldero negro, para cocerla, y la última la sirven en la mesa aún estando cruda.

Cuando ya el último de los platos está servido junto con el asado, que es lo que más tarda, todas se sientan a comer. Sin dejar de vigilarme. Allí llegan los brujos varones, quienes también toman parte en el banquete.

"Chupa y traga eso, que es bueno para vosotras", dicen las brujas más ancianas a las jóvenes, al verlas comer los cuerpos de sus propios hijos deleitándose como con el más sofisticado manjar. Las brujas comen carne humana y beben sangre fresca, dándome ganas de vomitar.

Y no puedo detener mis arcadas. Mi mordaza evita que salga por completo, haciendo que mi vomito vaya chorreando por mis mejillas poco a poco, haciendo aún más grotesco el acto.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora