Umbral De Entrada. VII

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Capítulo 7: Un equipo naciente.

"Así como hay trescientos sesenta puntos de vista para observar un problema, también existen el mismo número de soluciones para resolverlo".

Ubicación: Base de operaciones de Wasol Corp, Rantoul, Illinois.
Fecha: 16/03/2020 - Horas de la mañana.
Jackson Blake.

Es realmente curioso lo que está sucediendo, pensar que por unos científicos querer crear un remedio para la enfermedad de la raza humana, por decirlo de algún modo, sólo acrecentarían esa enfermedad, haciéndola mutar y desarrollarse a niveles inimaginables.

Y es aún más curioso que quienes portamos parte de esa "enfermedad" seamos los que debemos enfrentarla. Aquí no hay médicos, medicamentos, ni operaciones. Sólo enfermos que deben combatir con su propio cuerpo en medio de la situación que los consume.

El día comienza como está planificado. Conduzco mi Aston Martin hasta la base militar. Lo aparco entre la GMC Sierra de Bryan y el rojizo Camaro. ¿De quién será? No me importa, mi auto se ve mucho mejor.

Di Rosseti permitió el uso de uno de los hangares de la antigua base aérea, remodelada enormemente para que ahora constituyera la base de operaciones de Wasol Corp.

Alessandro y yo nos encontramos en la sala de comando del hangar. Una habitación cubierta por un vidrio para separarla del resto del lugar. Del otro lado, en la mayor parte del salón, donde posiblemente se guardan los aviones, que ahora está vacía, esperan varios soldados la orden para comenzar.

—Esto parece los concursos televisivos, los jueces aquí y los concursantes allá, esperando a mostrar su talento —comento aliviando la tensión del momento.

—Pues sí. Afuera hay once personas, es lo que pudimos contactar en el tiempo que tuvimos. Si son competentes, cinco estarán contigo y la otra parte con uno de los mejores agentes que tengo —prosigue él pasándome una lista de nombres.

—Entonces, ¿qué estamos esperamos?

—Me agrada tu entusiasmo —comenta.

Acto seguido da la orden de que pasen al primero.

Una mujer entra. Joven, de piel extremadamente pálida y cabello negro por la barbilla. De gesto maternal aunque frío.

—Charlotte Bayne. Veinticinco años de edad, canadiense, graduada de la escuela de leyes con honores como la mejor de su clase y fue la fiscal de distrito por un tiempo, madre soltera —me dice Alessandro. Lleva su mano a un botón del panel de control que tenemos al frente —. Muy bien Charlotte, eres la primera, danos un buen espectáculo.

Ella no responde. Comienza a soplar. El vidrio de la habitación empieza a perder visibilidad, lo toco y está helado.

—Tengo la marca de Skadi. Diosa del invierno en la mitología noruega
—dice ella. Su voz es firme y femenina, no se amedrenta al ser la única mujer en la habitación.

—Controlas el frío, excelente. ¿Algo más que quieras mostrarnos? —inquiere el italiano nuevamente.

El hielo del vidrio se quiebra dejándola ver. Ella da un paso al frente y alza sus manos. Éstas están cubiertas de hielo. Toca el piso del hangar y una pequeña flor de hielo, casi transparente se alza.

Sorprendente.

—Magnífico —afirmo, mi acompañante lo corrobora.

Charlotte sale del lugar.

Un adolescente entra.

—¿No es muy joven? —pregunto.

—Lo es, pero veamos qué tiene.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora