Capítulo 22: Escupiré sobre tu tumba.
"Unos perdonan, otros los llevan a la cárcel, y otros prefieren ver las cabezas de sus enemigos cortadas y, sólo así obtienen el descanso de sus almas".
Ubicación: Guarida infernal.
Fecha: 30/12/2020 - Horas de la tarde.
Athena Stone.Perdí el control de mis músculos cuando vi los ojos de Jayden en mi mano. Que Belcebú me los entregara de esa forma hizo que me desplomara en el suelo.
En ese momento no me importaba nada más. Él podía matarme si así lo quisiera. Lucifer podía quedarse con el mundo para su antojo. Nada me importaba si Jayden había muerto.
Tanto que se esforzó, tanto empeño que puso en cuidarme y enseñarme a ser fuerte, pero ahora al que le faltaron fuerzas fue a él.
Mis manos empiezan a temblar de repente. Es algo involuntario. Siento que estoy por soltar el llanto, pues ya no veo casi nada y mis ojos no pueden retener más las ganas de llorar.
No quería tener que aceptarlo así. No quiero perderlo ahora, no cuando empezamos una relación.
Me gusta desde el primer momento que lo vi. Me vuelve loca desde entonces, y más desde que nos besamos por primera vez.
Mis lágrimas caen como gotas de una cascada en el suelo. Y el resonar de mis lágrimas con el mar de engendros sólo me hace pensar en algo.
Lo amo.
Aún con mis ojos llenos de llanto, mis manos no dejan de temblar en ningún momento. Y sin que yo lo quiera, la horca de Hades aparece en la palma de mi mano.
Es como si tuviera vida propia, como si compartiera mis emociones y quisiera vengarse.
Hazlo.
La empuño y acto seguido, mi brazo se mueve, enterrándole la horca a Belcebú. Él se sorprende, y gotas de su sangre caen por mi arma, mojando mi brazo.
Belcebú me da una bofetada y me quita la horca. Me apunta con ella.
Mátame si quieres. Me quitaste lo que más quería.
-¡Muere de una vez, perra maloliente! -me grita, pero sólo llega como un lejano eco a mis oídos.
-Sobre mi cadáver -afirma una voz. Y cuando la escucho, siento que el mundo se me viene encima.
La movilidad de mi cuerpo vuelve de golpe y lo primero que hago es tratar de secarme los ojos usando mis propios antebrazos. Cuando puedo ver de nuevo volteo la cabeza, subo la vista y me encuentro con él.
No está muerto.
Sigue con vida, y yo aquí como una tonta llorando por él.
Pero aun así tiene una venda en sus ojos, y dos manchas de sangre en los espacios donde deberían estar éstos.
Belcebú lanza un grito de frustración.
-¿Cómo escapaste? -le reclama a Jayden.
-Nunca me atrapaste, yo decidí venir contigo por cuenta propia.
¿Y si lo hizo para tenderles una trampa y emboscarlos aquí dentro? Eso sería demasiado peligroso. Jayden es inteligente y si lo hizo fue por algo.
Su mano pasa por mi espalda hasta llegar a mi brazo, y me ayuda a levantarme.
Al diablo.
Me lanzo encima suyo abrazándolo. Lágrimas caen sobre su hombro.
-Creí que te había perdido -le susurro.
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La Doctrina de los dioses: Los Herederos del Caos
Ciencia FicciónLa doctrina de los dioses inicia en un mundo que sufre y está en decadencia. Puedes verlo cuando los frutos de los árboles pierden su sabor, cuando la sonrisa de los niños es reemplazada por el miedo de sus padres y las ganas de vivir se extinguen...