Capítulo 13: La estrella de la mañana.
"La gloria es un veneno que se toma en pequeñas dosis".
Ubicación: Roma, Italia.
Fecha: 28/12/2020 - Horas del día.
Jackson Blake.-¿Ya era hora de comenzar con esto, no lo creen? -le pregunto a mis acompañantes.
-Tardamos mucho para llegar hasta este punto -comenta Connor, corroborando lo que digo.
-Pero fue necesario.
Los tres estamos peleando desde que pisamos Roma. Las fuerzas de Wasol y demás cuerpos de seguridad en este lugar son incontables, pero estoy seguro de que los demonios menores tenían ordenes de perseguirnos, sin lugar a dudas.
Connor ya está bañado en sangre por completo, John cada vez brilla con un fulgor mayor al tener que aumentar la luz que emana de él, y yo ya perdí la cuenta de cuantas heridas he regenerado gracias a mi Marca de Aquiles. El cuerpo de Connor ya está muy herido, pero él no parece darle importancia, pues ese deseo desenfrenado de combatir no escapa de él.
No he activado a Tártaro en el tiempo que tengo aquí, y pienso guardarlo para el final.
Nuestro camino es guiado por un inmenso pilar de luz negra que sale desde un lugar muy conocido que está ubicado dentro de Roma, El Vaticano.
Y fue el mismo John quien decidió no volar dado que debemos ayudar lo más posible a los habitantes de la ciudad.
-¿Alguna profecía que quieras comentar mientras puedes? -inquiero, mientras corremos.
Él sigue con su mirada clavada al frente.
-No todos volverán con vida -responde él, tajante.
-No hay que ser profeta para saber eso -refuta Connor, atravesando a tres enemigos al mismo tiempo con su lanza, Gae Bolg, los cuales sueltan un alarido de dolor en su lengua demoníaca.
-Pero sí para saber quiénes son los que volverán -contesta -, pero no puedo revelárselo.
-Entonces, ¿hay algo más que sí puedas decirnos? -pregunto nuevamente, buscando una respuesta afirmativa, antes de poner mi pie en la pared de un edificio y tomar impulso, para darle un golpe repotenciado con mi energía residual a un demonio en el cráneo, y destrozárselo en el acto.
-Es mejor que no lo sepan -establece.
Y después de eso, él blande su espada de luz con un solo movimiento dejando salir de su filo un gran brillo blanco. Un ataque en forma de media luna se forma y acaba con los demonios que quedan en la calle que recorremos.
Seguimos avanzando en formación, cada uno tomando la delantera a su debido tiempo mientras recorremos las calles de Roma.
Y aunque nos encontramos en lo que posiblemente sea el momento más crucial de nuestras vidas, cuando una enorme responsabilidad cae sobre nuestros hombros, siento admiración por la capital de la tierra natal de mi jefe.
Calles angostas y tortuosas, tal como uno se las imagina, de edificios altos con un aroma a la más pura historia, a la más efímera antigüedad. Los ventanales con vidrios oscuros y las calles nacientes de otras que forman el laberinto que es ésta ciudad, uno lleno de vida y de esplendor, lleno de belleza que te deja atónito pero que no podemos apreciar ahora por completo. En Roma hay fuentes como si no faltara el agua, y hay esculturas como si no les faltara talento. En cada esquina puedes ver un monumento, o una fuente donde las palomas posiblemente se reunían a saciar su sed, pero que ahora no, y desgraciadamente no puedo presenciar tal espectáculo.
ESTÁS LEYENDO
La Doctrina de los dioses: Los Herederos del Caos
FantascienzaLa doctrina de los dioses inicia en un mundo que sufre y está en decadencia. Puedes verlo cuando los frutos de los árboles pierden su sabor, cuando la sonrisa de los niños es reemplazada por el miedo de sus padres y las ganas de vivir se extinguen...