La Herida Del Cielo. III

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Capítulo 3: El titán Prometeo.

"Los titanes siempre fueron temidos por los vivos y respetados por los muertos, y es ése el gran misterio que los respalda. Nadie que conozca su furia sigue vivo para contarlo".

Ubicación: Turín, Italia.
Fecha: 28/12/2020 – Horas del día.
Neithan Brown.

Papá me dijo que cuando sintiera amor por primera vez, ese sentimiento nunca vuelve a ser igual. Y que si no puedo estar con esa persona, no podría estar con nadie más. Por eso papa se quedó viudo.

Primero fue el cáncer que se llevó a mi mamá. No pude pelear con el cáncer.

Segundo fue la falla en el motor de un avión que se llevó a mi hermana. No pude pelear con un avión hundido.

Y ahora es un demonio que se lleva a Sara. Pero contigo sí puedo pelear, y te llevaste a nada menos la primera persona de la que me enamoré.

Estás muerto.

Grito a todo pulmón al ver a la cabeza de Sara caer al suelo. La veo impactar y rebotar un poco, para después caer otra vez y manchar el suelo de sangre. Su cuerpo cae de rodillas, y cae hacia el otro lado, dejando un reguero de sangre en el lugar, la sangre de Sara. Mi grito se calla cuando mis cuerdas vocales no pueden más, y que pase eso es lo único que evita que me quede mudo.

No puedo creer lo que está pasando.

No puedo aceptar lo que está pasando.

Y no voy a dejar que termine lo que está pasando sin vengarme.

No me doy tiempo para llorar ni para desplomarme en el suelo. Lo primero que hago ahora es empuñar mi hacha con la fuerza que me queda, fijar mi vista y lanzarle un tajo horizontal al gran demonio que acaba de decapitar a Sara.

Sus grandes brazos sostienen su propia hacha para detener mi ataque, filo con filo. Él me ve con una mirada arrogante, haciendo alarde de su superioridad física. Porta una armadura dorada y un hacha de doble filo, también tiene unos cuernos de gacela.

Retira su arma, y la levanta para oscilarla de tal forma que me lanza un tajo descendente sujetándola con ambas manos. Pongo mi hacha por encima de mi cabeza para cubrirme. El impacto genera un golpe de metal resonante, seguido de una vibración que afecta a mis brazos.

"Qué bueno que mi hacha es indestructible".

El hacha resiste, pero su fuerza es mayor a la mía, por lo que debo hacer un gran esfuerzo en aguantar.

No pienses que tienes oportunidad contra mí.

Le lanzo un tajo diagonal y logro hacerle un corte superficial a su armadura gracias al roce, para después empujarlo como si estuviese portando una lanza. Me da un golpe en la cara y me nubla la vista. En eso pongo una rodilla en el piso y oscilo mi hacha para enterrarla en el suelo y dejar salir una ola de sangre que lo golpea y tira al suelo.

Sara...

La furia se adueña de mí. Corro y salto, girando mi hacha en el aire para aterrizar sobre él con un tajo descendente con bastante fuerza. Mi hacha, potenciada por los poderes de sangre de Sara, logra destrozar su armadura y dejarle la marca de su filo en el pecho, puedo verlo cuando se quita la coraza que tiene, dejando al aire un pecho lleno de marcas negras que contrastan en su piel roja.

Él se da la vuelta, y logro ver lo que algún día fueron sus alas, y que ahora no son más que dos malformaciones en su espalda.

Los golpes retumbantes no tardan en llegar, al enfrentarnos en una pelea en serio. Noto que el chirrido del metal contra metal logra atormentar a los demonios cercanos, y ni hablar de cuando las hachas resuenan, que algunos hasta se revuelcan en el piso, y es allí donde las fuerzas de Wasol, los militares y los policías acaban con ellos.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora