El Peor De Los Males. II

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Capítulo 2: Juegos de azar.

"La vida es la apuesta sin límites, la partida de cartas contra uno mismo y el único juego sin reglas".

Ubicación: Caracas, Venezuela.
Fecha: 22/10/2020 - Horas nocturnas.
Jackson Blake.

El piso del casino es de pequeños azulejos rojos y negros, con diseños de diamantes y dados que conforman una inmensa "imagen" para cualquiera que mira el suelo. El sonido de campanas, sirenas, luces parpadeantes, el sonar de las monedas al caer de las máquinas, pitidos, sonidos electrónicos y los gritos de euforia de las personas se reúnen en un fascinante mar acústico que infunde un solo pensamiento: "ganar". Un casino es un complejo de estimulación psíquica maravilloso y fascinante, debo reconocerlo.

Las máquinas tragamonedas y sus luces llaman la atención de los que buscan diversión, el hipnótico sonido cautiva a los más faltos de voluntad. Luego las mesas de juegos y sus respectivos encargados. Todos visten camisas blancas de mangas largas y un chaleco negro encima. Poker, Blackjack, Texas, y demás juegos, algunos hispanos que no reconozco.

El lugar parece un laberinto de diversión sin fin y oportunidades, ocultando lo que realmente es.

Antes de buscar a Azaris voy a desglosar este pequeño e insignificante problema.

El sonido que te atrapa y la estética del lugar cautivan al cerebro humano, llevándolo a querer participar con la irracional sensación de que puede ganar. No hay ventanas, pues claro, no quieren que recuerden el mundo exterior y sus responsabilidades. No veo relojes en las paredes, tampoco quieren que la gente sepa cuánto tiempo ha jugado, después de todo mientras más tiempo, mejor para el establecimiento. Y el diseño del casino te lleva a adentrarte más y más, tengo rato caminando y no he visto los baños aún. Y sobre todo, la magnífica e irradiante sensación de alegría que te llena al ganar la primer ronda, acompañada por los aplausos y gritos de ánimo por parte del publico, que te impulsa a apostar más para luego ser reemplazada por tristes y desgarradores momentos de pérdida.

Así es. Los casinos son totalmente maravillosos. No porque sea casi imposible ganar, sino por la psicología que utilizan para asegurar que pierdas.

Entro a un salón especial para los jugadores de truco, puesto que al parecer es un juego bastante lucrativo.

—¡El siguiente! ¡Uno que me divierta! —exclama un hombre de peculiar apariencias sentado, jugando cartas.

Ante él, una gran fila de personas formadas que nada más al marcharse uno destrozado por haber perdido, otro toma su lugar haciendo que la fila avance.

—¡Voy a mí! ¡Voy a mí! Porque siempre voy a mí.

Su voz es lo único que se escucha claramente, por encima del murmullo proveniente de la multitud y originado por la ansiedad.

—¿Quién ganará? El jugador invicto, el hombre que nació barajeando cartas y jugando con los duros: ¡Ávalon! —Un hombre en la sala habla por un micrófono —. O su retador actual. ¿Será capaz de acabar con la racha de victorias y llevarse los papeles y llaves del casino? ¡Hagan sus apuestas!

Ahora comprendo porqué hay tanta gente esperando, la promesa de hacerse con una propiedad tan lucrativa como esta es sumamente tentadora. Y uno tras otro van perdiendo la partida de truco junto a su dinero, a manos de mi objetivo.

—¡Apuesto mi casa a que te gano sin ver las cartas! —grita Ávalon cerca de la cara de su rival.

El otro gesticula una expresión dudosa, pareciera que no quiere aceptar, pero al notar los comentarios de burla hacia él, accede dejándose llevar. Ambos ponen unas llaves sobre la mesa y comienzan a jugar.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora