El Peor De Los Males. IX

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Capítulo 9: La artillería pesada.

"El olor a cenizas, a sangre, a polvo, miedo y miseria, así huele la guerra".

Ubicación: Chicago, Illinois, EE. UU
Fecha: 18/11/2020 – Horas del día.
Jackson Blake.

"No hay lugar como el hogar". De vuelta a Chicago, no hay nada mejor que esto. El tiempo en Venezuela fue bueno, aprendí bastante sobre su cultura, sobre sus mujeres y de mis poderes como Aquiles; hice amistades; ayudé a derrocar un gobierno; y obtuve una nueva Marca, pero ya era hora de volver.

Al bajar del avión, recoger mi equipaje y pasar los protocolos de rutina, observo con atención el ambiente y me percato de algo en particular. Un cartel con la foto de una mujer desnuda y la palabra "Blake" escrita, levantado por un conocido hombre corpulento de piel negra.

—¿Cómo se te ocurrió tal recibimiento? —le pregunto acercándome a él —. Debiste pasar meses pensando en eso.

–Ah coño, traje la que no era. Verdad que a usted le gusta es verle el mangú a los tipos —me responde.

—¿Tú no cambias, verdad?

—¿Pero qué tú te crees? ¿Qué te vas pa' allá y cuando vienes uno tiene que hablarte bonito?

Esbozo una sonrisa de alegría, realmente me hacía falta su pintoresca expresión.

—Te eché de menos —le digo mientras nos damos la mano y nos abrazamos.

—Moreno, pero usted si está fuerte, viste que yo te dije que un viajecito pal' caribe te iba a hacer bien. Ahora lo que falta es que vayas pa' Punta Cana conmigo un día para que veas como gozas allá —me dice quitando el tono serio —. Pero ya va, habla tú ahora, ¿Cómo te fue? Échame el cuento que hoy tú y yo nos buscamos par de morenas para festejar el regreso.

Procedo a contarle los acontecimientos resumidamente

—Ay coño, eso si está duro. A mí me habían hablado de unos videos, pero yo dije: "esa vaina está como rara, Jackson no tiene esa maldad". Y sepa que yo no hable mal de usted porque desde un principio sabía que esa vaina no era así.

—De cualquier modo ya no importa, pero dime tú, ¿Qué ha pasado últimamente?

—Bueno, yo estuve un poco ausente porque me mandaron a una misión en un pueblito de China que lo que comen es puro monte. Pero hasta donde sé, todo va bien.

Eso espero...

Llegamos al lugar donde está estacionada la camioneta de Bryan, noto que está encendida. Me sorprendo al ver a dos lindas señoritas abordo.

—¿Castro?

—Cállese y móntese, mi nave tiene vidrios oscuros así que no se preocupe que nadie lo va a ver —notifica.

Sin poner quejas, cierro la puerta y empieza la acción.

Horas más tarde, el dominicano y yo nos encontramos en la casa de una de nuestras acompañantes.

Escucho golpes en la pared, sé que es Bryan, pues está en la habitación que queda justo al lado.

—Jackson, me dicen que hay un bochinche raro en el hospital central, ¿será importante? —me pregunta.

Estoy a punto de contestarle luego de pensarlo, pero él entra en mi habitación con una toalla atada a la cintura, la chica que tengo encima se sorprende y nos cubre con las sabanas de la cama.

Me arroja su teléfono y se va. Alguien llama.

—¿Diga?

—Blake —me dice una voz con acento italiano.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora