La Herida Del Cielo. X

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Capítulo 10: La otra cara de la verdad.

"Ni mil acciones buenas podrán enmendar una vida de errores, son transgresiones que cargas sobre tus hombros, que te persiguen por la eternidad y te acompañan hasta la muerte".

Ubicación: Chicago, Illinois, EE. UU.
Fecha: 27/12/2020 – Horas nocturnas.
Adriano Ernestini.

—Señor Ernestini, sepa que todo lo que diga podrá ser usado en su contra y que tiene derecho a un abogado —me hace saber alguien de los presentes. Una mujer de piel clara y ojos azules que habla con decisión, tiene aspecto de ser canadiense.

—No quiero un abogado. Hice mucho daño, y quiero enmendar mis errores.

—Entonces continúe —me dice el presidente de la corporación en la que estoy.

—Mi nombre es Adriano Ernestini, nacido en Italia y criado en distintas partes del mundo, mayormente conocido por el nombre de Henry Wolf. Soldado y posteriormente capitán de un escuadron de fuerzas especiales estadounidenses conocido como La Nación Oscura, experto en mecánica, criptologia y literatura. No esperen encontrar acento alguno en mi voz, pues como militar me obligaron a despojarme de ellos.

—La Nación Oscura es un escuadron conformado por soldados sombra. Espionaje, asesinato, infiltración. Son conocidos porque se dice que el escuadrón completo bien pagado podría ganar una guerra por sí sólo. Pero aún así muchos de sus miembros son personajes con fama de mercenarios, lo que los hace ser peligrosos en extremo —debate uno de ellos. Un anciano con una gran cantidad de insignias y medallas miltares en su uniforme —. ¿Acepta usted eso?

—Lo hago, porque orgullosamente fui su capitán por un tiempo.

—Hay algo que nos causa curiosidad, señor Adriano —empieza a decir un anciano calvo, poniéndose un par de anteojos y cruzando sus dedos —. Luego de que desertara de La Nación Oscura, se volvió escritor de novelas de misterio de una forma completamente repentina y desconcertante, ¿podría decirnos por qué ocurrió eso?

Bajo la mirada porque sé qué es lo que viene, y mas cuando sé que Abigail me está observando y escucha todo lo que digo. ¿Qué puedo decir para no arruinar su infancia? Sé que a estas alturas ya ella ha de pensar que todo lo que sabe de mí es falso, de que le escondí muchas cosas y que soy lo peor, pero aun así no voy a dejar que también se derrumbe lo que conoce de su madre.

—Quería darle una vida segura a mi hija —comento, sabiendo que esa no fue la principal razón.

—¿Y qué me dice de ese pequeño teatro que montaron al hacerle creer al mundo que estaban desaparecidos? —me interroga el mismo hombre.

—Lo hicimos porque nuestra única opción era desaparecer si queríamos que ella pudiese seguir viviendo.

—¿Por qué no buscaron ayuda con nosotros, o con la policia? Si tenían enemigos esa hubiera sido la mejor opción.

Abro los ojos al esuchar semejante barbaridad.

—Ustedes no pueden darse protección a si mismos, y mucho menos iban a poder detener lo que venía por nosotros.

—¿Qué me dice de su esposa, señor Ernestini? Ella tuvo un descenso similar al suyo, por lo que sabemos pasó de ser una famosa actriz y talentosa cantante, a una maquilladora casual.

—Lo hizo por las mismas razones que yo —aseguro y volteo a ver a Abigail —, la seguridad de nuestra hija.

—Y supongo que ella al igual que usted, es conocida por una falsa identidad.

La Doctrina de los dioses: Los Herederos del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora