Derek
Camino hasta la sala de estar con mi padre pisándome los talones. Estoy entre enfadado y confundido. Me apoyo en la pared de al lado del sofá y miro a mi padre. Tiene ese aspecto desenfadado pero serio, con el pelo cuidadosamente despeinado y su chaqueta informal. Luce una mirada cansada y algo intimidante, muy distinta a la que lucía en la cena con la Srta. Vagabunda.
–¿Qué pasa, Derek?—dice con la voz cargada de impaciencia.
–¿Vas a dejar que se quede con nosotros?, ¿esa... chica?
–Por supuesto—contesta analizándome de arriba abajo—. ¿Por qué no quieres que se quede?
–¡Porque esperábamos a un chico! Papá, por Dios, ¿has visto cómo habla? ¿Y cómo viste?—intento no alzar la voz, aunque si lo hiciera sé que tampoco me oiría.
–Hijo, sé que su forma de vivir es diferente a la nuestra, pero no por eso voy a mandarla de vuelta a Australia.
–Esperábamos a un chico—replico—, ¿no puedes hacer que la envíen a otra familia y nos traigan a un chico?
–No podemos devolverla, Derek. Aunque te cueste creerlo, ella es una persona igual que nosotros y no sería justo rechazarla. Además, no tiene nada de malo acoger a alguien con un entorno y con unas costumbres diferentes a las nuestras—mi padre relaja los hombros mientras yo bufo. Estoy seguro de que a él le da casi tanto asco como a mí esa chica; solo la utiliza para la imagen que le pueda proporcionar frente al público.
–¿Y vamos a dejarla estar todo un curso aquí?—el hecho de que salga de mi propia boca hace que se me revuelva el estómago.
–Sí, y no tendrás más remedio que acostumbrarte a ella. Es una buena chica, ayúdala cuando empiece la escuela. Trátala bien, ¿entendido?
–Haré lo que pueda—suspiro.
–Derek—me advierte—. Prométeme que la tratarás bien.
–Sí, papá, la trataré bien—le digo poniendo los ojos en blanco—. ¿Cuándo vuelve mamá?—decido cambiar de tema.
–No lo sé. Han ingresado al abuelo de gravedad, tienen que hacerle un montón de pruebas y diagnosticarlo. Los médicos le han dicho a mamá que harán todo lo posible, pero que está muy mal. Un derrame cerebral no es algo que se pueda tomar a la ligera.
Me llevo las manos al pelo y miro al techo. Nunca he tenido mucha relación con mi abuelo materno, de hecho, apenas lo he visto en los últimos cinco años. Desde que se mudó a San Francisco se ha aislado de la familia, pero no lo culpo; la Familia Harford es más bonita por fuera que por dentro.
–Estaré en mi despacho—me informa—. Buenas noches.
–Buenas noches.
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Blanco y Negro
Romance"He tenido la maldita suerte de ganar el sorteo para hacer un intercambio con un instituto privado de Estados Unidos. A pesar de mis constantes quejas, mi madre me ha obligado a irme a vivir allí un curso entero. ¡Un curso entero! Ocho largos meses...