Púrpura rojiza

403 12 2
                                    

Jade

Me tumbo en mi mullido colchón lista para echar una siesta antes de la fiesta de Darrell. Ayer me acosté tarde y hoy me he visto obligada a madrugar para poder estudiar, cosa que debería hacer más a menudo; en este Instituto todo es más difícil. Por muchas vueltas que dé, no soy capaz de dormirme y acabo analizando todo lo sucedido ayer.

No podría estar más contenta: arreglé las cosas con Derek, asistí al evento más interesante de mi vida y... ¡Victor se llevó el segundo premio! No solo le han ingresado un número considerable en su cuenta bancaria, sino que también nos ha prometido que lo celebraremos un día de estos en el restaurante más lujoso de Los Ángeles. ¡Y estoy invitada! Cada vez amo más a este hombre, es tan generoso... Invitar a alguien como yo, a cenar al restaurante más caro de la zona..., eso sí que es un acto de bondad y generosidad. No entiendo por qué Derek no se lleva bien con él, podrían tener una relación padre-hijo preciosa. Es más: yo, siendo una gran aficionada a los libros de Victor, no era consciente de que tenía un hijo; nunca lo he visto en las noticias de la prensa. Justo cuando me propongo indagar más en el tema, suena una notificación de mensaje en mi teléfono móvil. Me arrastro por mi inmensa cama hasta llegar a la mesita de noche.

Georgia: "¿Cómo va todo? Se te echa de menos por el barrio."

Vaya, se me había olvidado la existencia de mi mejor amiga. Hace por lo menos dos semanas que no hablo con ella, y la verdad es que no la he echado de menos en absoluto. Entre Derek y las nuevas clases, el tiempo que llevo aquí se me ha hecho increíblemente corto y ni siquiera he pensado en llamarla o enviarle un simple mensaje. De hecho, si no fuera porque ha sido mi madre la que me ha llamado a mí, también se me hubiera olvidado llamarla a ella. Después de darle muchas vueltas, decido responder en otro momento y prepararme para la fiesta. Un chico de mi grupo de "amigos" del Instituto me ha dado la dirección de Darrell y así he podido planificarme y mirar qué autobús cogeré para ir hasta allí.

Gateo hasta el borde de la cama y me levanto. Me dirijo al vestidor y remuevo toda la ropa que encuentro por ahí; mientras ayer me preparaba para los USAW Ally me ordenó todo el vestidor y ahora no encuentro nada. Acabo sacando uno de los tejanos negros que me traje de Melbourne y un top de lentejuelas que me compraron cuando llegué aquí. Me miro y me miro al espejo hasta que encuentro unos zapatos que combinan a la perfección con el conjunto. Son unos tacones mucho más altos de lo que me gustaría, sobre todo teniendo en cuenta que aprendí a caminar sobre ellos ayer en cinco minutos. Paso de maquillarme y de hacerme más virguerías —odio arreglarme— y salgo de mi dormitorio intentando mantenerme sobre los tacones.

–Ya me estaba desesperando..., pensaba que no ibas a salir nunca—me dice Derek apoyado en la pared frente a mi habitación.

–¿Qué haces aquí?

–Esperarte—repone tranquilo—. Por cierto, estás preciosa—soy incapaz de contener una sonrisa.

–¿Por qué me esperas? ¿Es que tú también vienes a la fiesta?—omito su piropo aunque tenga unas ganas tremendas de decirle lo bueno que está con esa camisa blanca que se ha puesto.

–Claro; no voy a dejarte sola—noto cómo todas mis hormonas se ponen a bailar cuando le oigo decir eso. Menos mal..., ir en autobús hasta un sitio desconocido no es que fuera lo que más me apetecía ahora mismo.

–Sé moverme sin ayuda por el mundo—refunfuño en broma. Doy un paso hacia él y, cómo no, resbalo sobre mi tacón izquierdo. Por suerte, Derek me agarra de la cintura evitando que acabe en el suelo.

–¿Estás segura?—se ríe.

–Intenta tú caminar sobre estos zapatos—le suelto.

–No, gracias; estoy bien—pongo los ojos en blanco al mismo tiempo que me apoyo en su hombro para mantener el equilibrio y poder dar unos pasitos. Derek no me suelta de la cintura.

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora