Derek
Remuevo el café por enésima vez. Mis ojos no han dejado de mirar el líquido por al menos cinco largos minutos. Es increíble cómo puedo llegar a ensimismarme por las mañanas, y más aún si estoy solo en la cocina; Jade se está duchando y no parece que vaya a salir pronto.
Desde que estamos bien me ha vuelto la chispa que tanto me había faltado desde aquella fiesta. No hemos vuelto a discutir ni nada por el estilo, nos llevamos bien y nos besamos intermitentemente sin saber a dónde vamos. Me encanta besarme con ella y sentirla tan cercana a mí, pero ¿a dónde estamos yendo con esto? ¿Besos y ya? ¿Tiene pensado pasar a otro nivel? ¿Estamos así porque no tiene a otro con quien besarse? Sé que no quiere una relación ni nada que tenga que ver con el amor, pero ¿esto es todo? No me quejo —ni mucho menos—, pero estoy empezando a sentir que quiero estar con ella. Quiero dormir juntos cada noche, despertarme a su lado y besarla cuando me dé la gana. Quiero ir por ahí y besarnos sin preocuparnos por si alguien nos ve. Me encantaría hablar de ello algún día con ella, pero sé que lo que me va a decir no me va a gustar. Además, apenas ha pasado una semana desde que solucionamos lo de la fiesta y no quiero atosigarla.
El ruido de la puerta abriéndose me sorprende y levanto la vista. Jade acaba de entrar en la cocina con su mochila colgando del hombro y el pelo aún húmedo.
–Buenos días—me saluda con una sonrisa radiante.
–Buenos días—se acerca a mí y me mira con esos ojos rogándome un beso. Una sonrisa se me dibuja involuntariamente en la cara.
–Te he echado de menos—murmura aún sonriendo—; la cama estaba muy vacía.
Me río un poco y no dudo en inclinarme y besarla. Es un beso rápido pero no por ello se me quitan las ganas de seguir besándola durante todo el día. La verdad, yo también la he echado de menos esta noche; estos últimos días hemos dormido juntos. Nos separamos y poco tiempo tengo para recuperarme: mi madre entra en la cocina repentinamente. Va vestida con su bata y su pijama de seda, y desprende ese característico aire de superioridad.
–Buenos días, chicos—nos sonríe, pero frunce ligeramente el ceño cuando nos ve tan cerca el uno del otro. Por suerte no hace ningún comentario.
–Buenos días, Alice—repone Jade girándose para entablar una conversación con ella.
–¿Has visto, Derek? Así deberías saludar tú a tu madre—me reprocha mientras abre la nevera. Pongo los ojos en blanco—. ¿Te sirvo algo, bonita?
–No, gracias; esta mañana no tengo mucho hambre—contesta Jade amablemente. Hay que ver lo buena niña que puede llegar a ser si quiere.
Me acabo el café antes de que mi madre atrape a Jade en una conversación "de chicas" y lleguemos tarde al Instituto. La chica se despide de ella amablemente mientras yo refunfuño que es tarde y salimos al garaje. Nos acomodamos en los asientos delanteros del Porsche y pongo rumbo a Saint Anne High School. Ya estamos en la autopista cuando rompo con el silencio que se había formado:
–¿Tienes frío?—pregunto al ver que se está abrazando a sí misma.
–Un poco—murmura.
–Coge mi jersey—le ofrezco, y señalo la prenda colgada del asiento.
–Qué caballeroso—se ríe mientras lo coge.
–Deberías empezar a ponerte el resto del uniforme del instituto, falta poco para que empiece el invierno.
Jade se ríe tras oír mis palabras, pero no entiendo el por qué. Ya estamos a mediados de octubre y ella sigue vistiéndose con una fina camisa, cuando el instituto le proporcionó un jersey e incluso una chaqueta. ¿Acaso pretende pasar todos los meses de invierno vistiendo camisas?
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Blanco y Negro
Romance"He tenido la maldita suerte de ganar el sorteo para hacer un intercambio con un instituto privado de Estados Unidos. A pesar de mis constantes quejas, mi madre me ha obligado a irme a vivir allí un curso entero. ¡Un curso entero! Ocho largos meses...