Jade
No tardo en darme cuenta de que ya son las nueve y media. Derek me dijo que a esta hora es cuando empezará a llegar la gente..., y por tanto yo me esconderé en mi habitación. Paso de estar en la fiesta, charlando con Dereks y bailando música que ni me gusta. ¿Qué mejor que refugiarse en mi habitación y leer? Espero que a ningún rico estúpido borracho se le ocurra subir al primer piso y entre por accidente en mi habitación. No: no tiene pestillo ni llave; creo que es el único defecto de la casa. Me echo patatas fritas en un bol para llevármelo a mi refugio cuando oigo que alguien entra en la cocina. Bueno, estoy segura de que es Derek porque no hay nadie más en la casa; ni siquiera los de servicio.
–¿Sabes que esas patatas eran para la fiesta, no?—ahí está su voz grave.
Me giro y lo veo apoyado en la isla de la cocina. Lleva un polo rojo, unos pantalones chinos negros y unas deportivas blancas. Lleva el pelo despeinado —como siempre—, pero le queda estupendamente. Se ha puesto un reloj carísimo supongo que para presumir. Después me miro a mí, que llevo una sudadera con manchas de tomate y unos shorts de tela de antes de Cristo. Me río.
–Bueno, pues siento decirte que me las llevaré a mi habitación, coge otras—le digo mientras tiro la bolsa ahora vacía a la papelera.
–¿Vas a quedarte todo el rato arriba?
–Sí. No me apetece mucho estar en una fiesta llena de gente como tú—le pincho, y él se ríe—. A lo mejor hago una incursión a la cocina si me entra hambre, pero tranquilo que no me verá nadie. Seré un ninja.
–¿Un ninja?, ¿tú? No me tomes el pelo—pongo los ojos en blanco tras oírlo, aunque sé que tiene razón. A veces soy un poco torpe.
Suena el timbre y nos miramos. Cojo mi bol de patatas y ambos salimos de la cocina. Derek se acerca a la puerta principal mientras yo me quedo mirando desde las escaleras, a punto de subir y desaparecer. Abre y deja ver a su amigo Joshua y a una chica muy muy guapa.
Joshua se ha peinado un poco su pelo castaño hacia un lado, y lleva una camisa negra que le queda como un guante. La ha conjuntado con unos tejanos largos un poco apretados y unas deportivas como las de Derek. Está bastante guapo, no voy a negarlo. A su lado hay una chica que no conozco pero que saluda a Derek de una forma muy extraña. Lleva un vestido negro y elegante, de tiras y ceñido al cuerpo, realzándole las curvas. Le llega más o menos por encima de las rodillas. Unos bonitos tacones con toques plateados le modelan las piernas. Se ha recogido el pelo rubio en un moño perfecto y de las orejas le cuelgan unos preciosos aros dorados. Lleva los labios pintados de rojo carmesí y se ha dibujado la línea del ojo. Es súper guapa. Y súper rica. Me acerco a saludar básicamente porque Joshua me ha visto y estaría mal ignorarlos.
–Hola, Jade—me dice el amigo de Derek cortésmente.
–¿Qué tal?—le sonrío haciendo un movimiento de cabeza.
–Esta es Kim. Mi hermanastra—nos presenta. Nos miramos mútuamente: yo a ella como si su belleza me hubiera cegado y ella a mí como si estuviera delante de la cosa más vulgar y atroz del mundo. La verdad es que me da igual.
–Hola—intento ser amable aunque no me haya caído muy bien. Obviamente, no me devuelve el saludo. Me ignora y sus ojos se dedican a recorrer el cuerpo de Derek mientras lo desviste en su cabeza. Él tampoco se queda corto: se centra en su pecho y más tarde le mira a los ojos y le sonríe. <Ay, por Dios>.
–¿Puedo?—Joshua señala el bol que tengo entre las manos, y me doy cuenta de que él se ha perdido la escena porno que acaban de protagonizar su hermanastra y Derek.
–Solo una—contesto con una sonrisa, y él me la devuelve. Se lleva a la boca la patata que coge—. Bueno..., yo ya me iba. Pasadlo bien—me excuso.
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Blanco y Negro
Romance"He tenido la maldita suerte de ganar el sorteo para hacer un intercambio con un instituto privado de Estados Unidos. A pesar de mis constantes quejas, mi madre me ha obligado a irme a vivir allí un curso entero. ¡Un curso entero! Ocho largos meses...