Jade
No sé cómo ni cuándo me he desplomado en el suelo del baño, pero ahí estoy: apoyada en la puerta que conecta con mi habitación; es decir, donde está Derek. Ya no derramo tantas lágrimas como antes, supongo que porque ya no tengo delante al chico que quiero. Suena irónico, lo sé, pero estar frente a Derek me estaba haciendo derramar muchas más lágrimas de las que he derramado nunca. Ahora que estoy sola puedo respirar con regularidad y mi corazón ya no late a niveles estratosféricos.
Por muy convincentes que hayan sonado las palabras de Derek, no puedo evitar plantearme si las dice de verdad. ¿Y si es, simplemente, el mayor actor de la historia? ¿Y si todo es una mentira, igual que lo fue con Renée y las otras chicas?
Pero lo que decía sonaba tan real...
¡Mierda!, ¿por qué tuve que enamorarme de Derek Harford? Todo es más complicado queriéndole. Si no le hubiera conocido, si nunca hubiera venido a Estados Unidos, si no hubiera ganado ese estúpido sorteo... Pero, ¿qué sería de mi vida? Seguiría en Melbourne, haciendo locuras con Georgia, pasando de mi madre, quedándome hasta tarde en casa de mis amigos. Seguiría burlándome de la gente que cree en el amor. Y ahora... Ahora estoy segura de haberme enamorado de Derek y de estar en una nube cuando estoy junto a él. ¡Joder!, ¿desde cuándo me he vuelto tan ridículamente cursi?
Echo la cabeza atrás para apoyarme mejor en la puerta. ¿Dónde estará Derek? ¿Se habrá quedado en mi habitación? Ya han transcurrido varios minutos desde que he echado el pestillo y me he encerrado en el baño. Por lo enfadado que estaba, supongo que se ha ido... Sí, seguro que se ha ido. Estaba muy cabreado, echaba chispas por los ojos. No se podía creer que dudase de su "amor". Dios... nunca había estado tan confusa, ojalá pudiera saber a ciencia cierta si todo es mentira o no.
–Jade...—un suave susurro al otro lado de la puerta me saca de todos esos pensamientos y me devuelve al mundo real. Decido quedarme callada—. Jade, sé que estás ahí.
No digo nada, no quiero decir nada. Sé que se me quebarará la voz o me echaré a llorar otra vez. Oigo un bufido al otro lado y un sonido que me hace pensar que Derek también se ha sentado y está apoyado en la misma puerta. Tenerlo tan cerca pero tan lejos me duele como nunca antes me había dolido nada.
–Jade, te quiero—mi dolido corazón se quiebra al oírle murmurar esas dos palabras. ¿Las dice de verdad?—. Te quiero tantísimo, Jade...—susurra—. Lo único que hago es pensar en ti a todas horas. Mucho antes de lo que me gustaría, ya me sorprendía a mí mismo preguntándome qué estarías haciendo o qué estarías pensando. Creo que me volviste loco la primera vez que nos vimos... ¿te acuerdas? Pensé que eras la hija de la señora de la limpieza. Fui un idiota, creo que nunca me he disculpado por eso. No supe ver lo que había detrás de tus ojos. No supe ver lo mucho que me gustarías en el futuro. Un futuro que aún está por llegar y que me muero de ganas por vivirlo contigo. Sé que estoy mirando muy lejos, pero es lo que quiero. Quiero ver películas malas a tu lado, tumbados en la cama, riéndonos. Quiero despertarme contigo; quiero desayunar todos los días viéndote comer tus cereales favoritos; quiero acompañarte al instituto, a la universidad y al trabajo. Quiero besarte hasta que te hartes de mí. Pensaba que mi vida era perfecta, ¿sabes? Pensaba que al ser millonario todos mis problemas se esfumarían y que viviría una vida de ensueño. Pero el amor no se puede comprar, y no sé cómo he tenido la suerte de conocerte. No sé cómo he tenido la suerte de conocer al amor de mi vida. Soy el chico más afortunado del planeta gracias a ti, y creo que nunca te lo podré agradecer como se debe. Ojalá pudieras verte con mis ojos y sentir lo que siento yo cuando te miro. Es la mejor sensación del universo.
Tengo la cara empapada de lágrimas. No sé cómo soy capaz de aguantar tanto, sus palabras son todo lo que necesitaba oír... Yo también lo amo. Dios, lo amo con el alma.
–Me gustaría decirte que nunca más voy a cagarla y que a partir de ahora todo será un camino de rosas, pero no voy a mentirte. Nunca te mentiré, Jade, nunca en mi vida. Te mereces a alguien que te quiera, alguien que te escuche, alguien que te escoja a ti por encima de todo el mundo. Y yo quiero ser ese alguien, por favor, Jade, déjame serlo. Déjame cuidarte, déjame preocuparme por ti, déjame estar contigo.
Me seco todas las lágrimas que soy capaz de secar con la manga de la camisa. Dios mío... No me creo que haya dicho todo eso. ¿Derek me quiere de verdad? Tiene que quererme, sino no me hubiese dicho esas cosas. Lo sé, sí; Derek me quiere. He sentido sus palabras, es imposible que me esté mintiendo. Todo lo que ha dicho es verdad, simplemente lo sé. Es curioso cómo pueden llegar a decidir tus sentimientos tus acciones. Y en este caso, mis sentimientos me ordenan que le crea porque no está mintiendo. Además, a Renée jamás le diría esto. Me lo ha dicho a mí porque me quiere y porque yo soy el amor de su vida. Y él es el mío. No puede ser de otra manera.
Trato de apaciguar mis eufóricos sentimientos y suspiro profundamente. Debo tranquilizarme.
–Por favor—susurro en un tono casi inaudible—, nunca me engañes, Derek, por favor...
–Nunca lo haré, Jade, te quiero demasiado como para hacerte eso. Confía en mí.
Cierro los ojos y dejo que esas palabras se queden grabadas en mi mente. Suenan tan bien... Quiero poder escucharlas para siempre. "Te quiero demasiado"... "Confía en mí"... ¿Puedo confiar en Derek? Sí, desde luego que sí. Nunca me mentirá. Nunca me engañará. Nunca me hará daño.
–Abre la puerta, por favor. Me está matando no poder verte—masculla.
Me levanto poco a poco y llevo la mano al pestillo. No sé cómo voy a reaccionar cuando lo vea ahí delante, tan atractivo y hecho polvo a la vez. Durante este rato la puerta nos separaba, era la barrera que me protegía del daño que Derek podía llegar a hacerme. Armándome de valentía, deslizo el pestillo y giro el pomo.
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Blanco y Negro
Romance"He tenido la maldita suerte de ganar el sorteo para hacer un intercambio con un instituto privado de Estados Unidos. A pesar de mis constantes quejas, mi madre me ha obligado a irme a vivir allí un curso entero. ¡Un curso entero! Ocho largos meses...