Herrumbre

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Derek

Jade está más nerviosa que nunca. Falta una media hora para que mi familia llegue, pero no ha parado quieta desde que nos hemos despertado. Le he repetido una y otra vez que no es para tanto, pero no me ha hecho caso; está obsesionada con causar buena impresión. A mí me da igual que tenga la aprobación o no de mi familia, porque yo la quiero y el resto del mundo me es igual. Sé que a mi padre le va a cabrear que la presente formalmente como mi novia, así que miradas de reproche no van a faltar —al menos, por su parte— y los momentos incómodos tampoco van a hacerse de rogar. No le he dicho nada de esto a Jade, sé perfectamente que eso la pondría más nerviosa de lo que ya está.

Acabo de abrocharme todos los botones de mi camisa y me tiro el pelo un poco para atrás. Acabo de salir de la ducha y aún está algo mojado. Me echo colonia por el cuerpo y me detengo a mirarme. Me he puesto una simple camisa blanca y unos pantalones de traje negros; al contrario de Jade, no me importa en absoluto la ropa que vaya a llevar.

Me recoloco el cuello de la camisa en el mismo instante en que mi puerta se abre y una preciosa Jade entra en mi habitación. Jo-der. No tengo palabras, está increíble.

Se ha puesto ese vestido que me enseñó ayer, de color azul oscuro con detalles brillantes. Le llega por encima de las rodillas dejando a la vista sus perfiladas piernas que reposan en unos tacones demasiado altos de color gris claro. La falda cae en forma de pliegues desde la cintura, donde el vestido es más bien apretado y se pueden deducir sus bonitas curvas. Sus tetas se marcan gracias a lo estrecho que es el vestido en el torso, el cual se adapta a sus brazos hasta los codos. Lleva el pelo suelto y ondulado, pero más... ¿formal? No sabría decirlo, tiene unas ondas más definidas. Se ha pintado los labios de rojo y parece que tenga los ojos aún más grandes. Vaya, que está impresionante. No sé cómo voy a ser capaz de aguantar tantas horas seguidas con mi "querida" familia teniendo a mi novia así de preciosa al lado.

–¿Voy bien?—me pregunta acercándose a mí—. Alice me ha dicho que...

–Estás impresionante—le interrumpo intentando que no se me caiga la baba—. En serio, estás preciosa, Jade, no tienes de qué preocuparte.

–Gracias—murmura bajando la vista y mirándose a sí misma. Creo que se ha sonrojado un poco—. ¿Tú vas a ir así?

–Sí—contesto cruzándome de brazos. Ella me hace un gesto indicándome que espere un segundo y se cuela en mi vestidor. ¿Se puede saber qué está haciendo? Unos instantes más tarde me tiende una corbata negra.

–Te quedará genial—me dice cuando ve que alzo una ceja, escéptico.

–No sé si...

Omitiendo cualquier tipo de queja, se me acerca un poco más y empieza a anudarme la corbata. Pongo los ojos en blanco haciendo que ella se ría. Le indico cómo hacer el nudo ya que no parece dársele muy bien y sus pequeñas manos obedecen mis palabras. Tenerla tan cerca, tan rematadamente guapa, tan sexy, tan atractiva...

–No sabes lo buena que estás con ese vestido—soy incapaz de contenerme, tenía que decirlo. Ella sonríe al mismo tiempo que acaba de anudarme bien la corbata.

–Yo siempre estoy buena, Harford—me corrige alisándome la camisa. Me río.

–Tienes razón—convengo cogiéndola del culo y atrayéndola a mi cuerpo—. No te imaginas las ganas que tengo de quitártelo—le susurro con la voz más ronca de lo que me esperaba.

Noto cómo suelta un suspiro contenido al oírme y cómo se apoya en mi torso. Mi mente sucia empieza a imaginarse escenarios lujuriosos mientras Jade se dedica a reseguir el contorno de mi mandíbula. Dios... Está tan buena... y es mi novia. Cuelo una de mis manos por debajo de su falda, y comienzo a acariciarle el muslo cada vez más arriba, hasta que ella me detiene.

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora