Jade
Estoy leyendo en mi habitación con los pies recostados en el cabecero de la cama cuando alguien llama a la puerta. Me supongo que es Derek, ya que Victor nunca me visita y Alice suele hablarme antes o después de la cena. Lo que hizo ayer me cabreó muchísimo, y es por eso que cuando me pidió dormir juntos, se lo negué rotundamente. Sé que lo traté como un niño pequeño al "castigarle" por lo sucedido, pero no voy a permitir que vuelva a dejarme sola. La próxima vez que me prometa algo, se acordará de lo mucho que puedo llegar a cabrearme. Le he perdonado porque sus ojos mostraban sinceridad, estaba claro que no mentía y que se le había pasado la hora. Derek nunca habría hecho eso aposta.
–Adelante—digo pasados unos segundos.
Tal y como pensaba, era Derek quien había llamado. Entra en mi dormitorio, cierra la puerta y se sienta a mi lado. Yo dejo el libro y me incorporo. Parece un poco angustiado aunque trata de disimularlo.
–¿Qué leías?—pregunta desinteresadamente.
–A tu padre—repongo con una risita y mostrándole la portada. En letras bien grandes se ve con claridad: VICTOR HARFORD.
–Qué horror—farfulla.
–¿Acaso te lo has leído?
–Por supuesto que no—contesta como si fuera lo más obvio del mundo.
–Entonces no digas que es un horror. Es un muy buen libro—defiendo a mi autor favorito como puedo, aunque se me hace raro hacerlo ante su propio hijo.
–Si tú lo dices—suspira. Me vuelvo a reír mientras Derek sonríe por compromiso. ¿Qué narices le pasa? La angustia vuelve a recorrer su rostro y yo me mosqueo.
–¿Estás bien?—me acerco un poco más a su cuerpo. Noto esa fragancia tan suya y se me disparan las pulsaciones del corazón. Tenerlo cerca es una sensación tan increíble...
Parece estar debatiendo en su cabeza si hacer lo correcto o no. Su mirada se pasea por mi rostro deteniéndose en mis ojos, y luego en mis labios. La espera me mata. Después de unos instantes, entierra sus perlas azules en el suelo y murmura:
–Will nos invitó a una fiesta ayer—con tan solo esas palabras se me crea un nudo en el estómago. La última vez que estuvimos en una situación similar, Derek decidió por mí y me enfadé muchísimo por aquello. Rezo para que no haya vuelto a cometer ese error—, no le di una respuesta clara, Jade—se apresura a añadir cuando ve mi expresión, y yo suelto el aire que contenían mis pulmones—. Sé que no puedo decidir por ti, y es por eso que quería preguntarte qué te parece.
¿Una fiesta el día de Halloween? Es la típica tradición de los adolescentes americanos, o al menos así lo enseñan en las películas. En Australia por estas fechas solíamos emborracharnos y hacer locuras impulsadas por el alcohol; nada parecido a disfrazarnos e ir de puerta en puerta pidiendo caramelos. Miro de reojo a Derek, quien espera pacientemente mi respuesta. Mentiría si dijera que lo tengo claro. Por una parte me muero por ir y disfrutar de esa tradición americana que tantas películas ha protagonizado, pero por otra, mucho más profunda y escondida, sé que en las fiestas nada bueno pasa. No es que haya asistido a muchas, pero mi poca experiencia revela un historial de catástrofes relacionadas con Derek; especialmente la última que fui, en la que vi cómo el chico que me encanta convertía a su mejor amigo en un saco de boxeo. Madre mía, parece haber pasado una eternidad desde aquello. No soy capaz de inclinarme por ningún bando, y es por ello que decido preguntarle a él qué quiere hacer.
–No lo sé, Jade. La verdad es que me gusta salir por Halloween y me apetece pasar un buen rato con Will y Emma, pero...
–¿Emma? ¿Quién es Emma?—le interrumpo completamente alterada. No me gusta nada que Derek hable de otras chicas, y mucho menos que hable bien de ellas. Para mi sorpresa, se echa a reír.
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Blanco y Negro
Romance"He tenido la maldita suerte de ganar el sorteo para hacer un intercambio con un instituto privado de Estados Unidos. A pesar de mis constantes quejas, mi madre me ha obligado a irme a vivir allí un curso entero. ¡Un curso entero! Ocho largos meses...