Azul Klein

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Derek

Estoy deprimido. Y por tanto, tumbado en la cama desde hace unas cinco horas. Todo ha sido tan rápido... ¿Por qué Helen no lo vio venir? ¿Por qué no lo vi venir yo? ¿Por qué este libro es tan maravilloso? ¿Por qué la muerte de un personaje de ficción me duele más que la de mi propio abuelo?

Sí, mi abuelo se ha muerto. Y sí, la protagonista del libro que me recomendó Jade también. Estoy más deprimido por la muerte de ella que por la de él, lo cual me hace sentir un poco mal. Mi padre me acaba de anunciar que va a irse a San Francisco a darle apoyo a mi madre y a asisitir al funeral. ¿Que por qué yo no puedo? Bueno, pues según él "alguien tiene que quedarse con Jade". ¡Vamos, hombre! Tiene diecisiete años y es más que capaz de cuidarse ella solita. Resumiendo, que Jade y yo vamos a compartir durante estos días más de un momento incómodo. Estoy empezando a pensar en irme a casa de Joshua cuando llaman a la puerta.

–Derek—mi padre entra en la habitación antes de que le diga nada.

–Sí, pasa. Adelante—le reprocho usando mi lado más sarcástico. Ni le dirijo la mirada.

–Ya me voy—ignora mi broma, y yo me doy cuenta de que lleva una pequeña maleta negra.

–Ah. ¿Cuándo volveréis?

–Seguramente el lunes, el funeral es el domingo.

–Ya.

–Derek, por favor, intenta ser amable con Jade. Sé que no te cae muy bien, pero...

–Vale, vale, papá. No insistas—ruedo los ojos y por primera vez en todo este rato, me giro para mirarlo—. Seré majo, ¿de acuerdo?

–Más te vale—bufo al oír sus palabras. ¿Se puede saber por qué insiste tanto en que trate bien a La Invitada de Honor? Me pone de los nervios.

–Adiós, papá—decido acabar nuestra charla ya.

–Adiós, hasta el lunes.

Cierra la puerta cuando se va y yo vuelvo a tumbarme en la cama. Así que el lunes, ¿eh? Pues a mí me parece que el domingo voy a montar una pequeña fiesta. Y me da igual que esté la vagabunda de Jade y ella no quiera. Esta es mi casa, no la suya. Unos minutos más tarde oigo el motor de un coche y sé que mi padre ya se ha ido. Genial. Vale que nunca he tenido mucha relación con él, pero prefiero no estar con una chica que casi no conozco a solas. Cambio mi postura, poniéndome en posición fetal de cara a la mesilla. Veo la foto de mi primer concurso de golf y se me escapa una risa. ¿Cómo era capaz de participar en ese tipo de concursos y estar orgulloso? Madre mía, qué estupidez de deporte, solo sirve para poner una excusa cuando salgo —salía— a celebrar las carreras. Al lado del marco de la foto hay la pila de libros que ya me he leído, y encima mi teléfono. Lo alcanzo para llamar a Joshua y contarle mi idea.

–¿Sí?—responde al segundo tono. Tengo que apartarme un poco para no tener que escuchar su estridente y molesta voz tan cerca.

–Mi abuelo ha muerto—vaya, ha sonado más alegre de lo que debería.

–Eh... ¿Genial?—pongo los ojos en blanco; aunque me hace bastante gracia su confusión.

–Mi abuelo ha muerto y mi padre se va unos días a San Francisco. Ya sabes: el funeral y todo eso.

–Ajá.

–Estoy pensando en hacer una fiesta el domingo como despedida de las vacaciones, en mi casa. Como el lunes las clases empiezan a las once, podremos dormir la mona sin problemas—sé al instante que le encanta la idea.

–Se lo diré a los del Instituto y a algunos vecinos, ¿vale?

–Sí, vale, a quien quieras. Total, cabemos todos—Joshua se ríe, pero lo que digo a continuación hace que deje de reír al momento—. Y..., eh... ¿vendrá tu hermana?

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora