Jade
Despierto envuelta por unos fuertes brazos. Tengo la sensación de haber dormido genial, cosa que no pasaba desde hacía un tiempo. Giro levemente la cabeza para encontrarme con el rostro dormido del chico que me vuelve loca. Derek descansa plácidamente acompañado de unos suaves ronquidos. Me alegro tanto de haber hablado por fin con él..., los últimos días se me estaban haciendo inaguantables. Era doloroso verlo y no dirigirle la palabra, o saber que estaba durmiendo en la habitación contigua y no poder ir. Tenía que solucionarlo; además, quería saber por qué le había dado aquella paliza a Joshua. No he hablado con este desde entonces porque me ignora: come con los amigos de su hermanastra en el comedor, cuando nos cruzamos aparta la mirada y no respondió a la llamada que le hice el día siguiente a la fiesta. Ahora que sé que todo aquello sucedió por puros celos... Me siento un poco mal, Joshua no tuvo por qué acabar como acabó solo por celos. A pesar de ello, sigo sin entender por qué le dijo a Derek que él y yo nos habíamos enrollado cuando no era verdad.
Trato de apartar todos esos pensamientos de mi mente y me centro en el presente: Derek y yo. Bien. Sin problemas ni discusiones. Abrazados. En su cama. Me remuevo un poco para estar más cómoda y poder ver su rostro mejor. Ay..., es tan guapo. Nunca le había cogido tanto cariño a alguien; es más, siento mucho más que cariño por él. Es tan extraño... Es como si supiera que él es especial. Antes de que pueda darle más vueltas al asunto, oigo que bosteza y empieza a moverse. Cuando abre los ojos se queda extrañado al tiempo que contento, como si no se acabara de creer que sigo aquí.
–Buenos días—dice con un brillo especial en sus ojos.
Después de desayunar con Victor y Alice intercambiando constantes miraditas con Derek, subo a mi habitación. Allí me pongo a estudiar un rato aunque no acabo de concentrarme al cien por cien; tengo la cabeza en otro sitio. Pasado un rato, alguien llama a mi habitación y no tardo en abrir. Me sorprende ver a Derek cruzado de brazos apoyado en mi puerta.
–¿Sabes que ya no es verano, verdad?—bromeo al ver que lleva puesto el bañador y una camiseta de manga corta.
–Iba a bajar al spa un rato—dice desinteresadamente—, puedes venir conmigo, si quieres—añade con una sonrisa encantadora.
Me lo pienso durante unos instantes. Debería acabar de estudiar para el examen de mañana, pero me muero por bajar al "spa" con Derek. No sé por qué lo llaman spa si solamente tiene una ducha turca y un jacuzzi, pero bueno, ese no es el tema. Finalmente me decido por Derek; si suspendo el examen, ya lo recuperaré.
–Está bien—acepto con una sonrisa.
–¿Lo de no besarnos sigue en pie?—inquiere con voz ronca. Soy incapaz de contener una carcajada.
–No—la sonrisa de Derek se ensancha al oírme decir eso—. Me visto en dos minutos—aseguro aunque sé que no es verdad.
Cierro la puerta y me pongo a rebuscar por mi amario el bikini que me traje de Melbourne. No tardo en ponérmelo para después mirarme un rato en el espejo. Agh, odio preocuparme tanto por mi aspecto cuando sé que Derek va a mirarme, pero no lo puedo evitar. Me hago un moño en lo alto de la cabeza y me anudo mi collar. Respiro hondo. <Tranquila, Jade, solo es Derek>. Salgo de mi dormitorio y bajo hasta el sótano. Allí cruzo el gimnasio para llegar a la puerta del "spa". Cuando entro, me encuentro a Derek dentro del jacuzzi con la mirada fija en su teléfono. Me oye y se gira para observarme con esos ojos azules tan impresionantes. No tardo en meterme en el jacuzzi a su lado.
–Pues sí que has tardado lo tuyo—me reprocha en broma dejando su teléfono a un lado.
Pongo los ojos en blanco aunque sé que los dos minutos prometidos se han convertido en, por lo menos, quince. Aprovecho para acercarme un poco más a su cuerpo y así disfrutar de unas maravillosas vistas a sus abdominales submergidos. Oigo cómo se aclara la garganta.
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Blanco y Negro
Romance"He tenido la maldita suerte de ganar el sorteo para hacer un intercambio con un instituto privado de Estados Unidos. A pesar de mis constantes quejas, mi madre me ha obligado a irme a vivir allí un curso entero. ¡Un curso entero! Ocho largos meses...