Bueno, viví veinticinco años Feliz, hice casi todo lo que me había propuesto y lo que no.
Me arrepiento de unas cosas y no de otras, me pinté el cabello de mil colores, lo corte de mil formas.
Baile tantas veces, cante y escribí muchísimo.¿ Me iría feliz saben? Sé que Dios me recibirá allá arriba, por qué no hice nada malo en mi vida, lo peor que hice fue fumar marihuana en la adolescencia y solo una vez.
Veo el cielo azul y recordé todas las veces en las que dure viendo su belleza, en las que llore por el asesinato a la naturaleza.
Mi boca soltó un suspiro, uno de los últimos que daría.
--¡Colette!- escuché mi nombre a lo lejos y con tranquilidad voltee en su dirección. Cuando llego a mi lado con sus cabellos enredados y rostro preocupado sonreí levemente sintiendo mi corazón acelerarse al tan solo verlo a mi lado.-- Estarás bien Preciosa.
Levante mi mano enguantada y acaricie su mejilla manchando su piel blanca de sangre, el cerro sus ojos con dolor al sentir mi pensar.
-- No te rindas, Colette- negó apretando mi mano--No te atrevas a dejarme. Tu no.
Voltee a ver a Erick que veía en mi dirección con culpabilidad, le sonreí todo lo que pude y el trato de imitarme, para después desaparecer gracias al poder de uno de los mutantes.
-- Estoy cansada, Charles.- mascullo sintiendo el ardor en mi garganta.--He vivido más de lo que puedo contar. Mi límite es hoy.
El negó soltando un sollozo y desesperado tomo mi rostro.
--Tu tienes que vivir más, te digo por que? Por que planeo casarme contigo y tener cientos de niños. No puedes dejarme sin ese deseo cumplido- acaricio mi mejilla soltandose a llorar-- Es tu trabajo, tu don.
El no estaba del todo equivocado, mi poder era cumplir los anhelos de las personas con tan solo tocarles, sin importar el costo.
-- Ya lo gastaste mi amor-- sonreí con dolor viendo su rostro borroso.-- No querías morir.
Cuando llegamos a la isla, en un fatídico aterrizaje de avión, Charles me beso después de comprobar que me encontraba bien y tras ese gesto pude sentir el anhelo de no morir. Así que cuando Erick desvió la bala de aquella detective me interpuse recibiéndola en lo alto del pecho, justo en el corazón.
Mi cuerpo podía desecharla pero me encontraba tan débil y cansada de todo, que solo quería dejar que la bala me atravesase aquel órgano. Para ello solo quedaban tres capas de musculo como escudo, pero la bala se resbalaba poco a poco.
--¡No, no!- grito apretandome entre sus brazos.-- Colette, hermosa, mírame.
Lo hice.
--No me dejes, ese es mi mayor anhelo- beso mis labios-- No me dejes.
Y lo sentí, sentí su mente en mi ser, abrí mi boca para hablarle cuando derrepente mi cuerpo se tenso y la bala comenzó a enterrarse profundamente, mi respiración se cortó ante el dolor, deje de oir, ver, respirar.
Grite por dentro al saber que la bala finalmente había cruzado lo último de los músculos y estaba pasando por mi corazón.
Vi a Charles llorarle a mi cuerpo sabiendo que el estaba viendo y sintiendo lo que yo vivía y lloré con el, yo no deseaba morir y odie mi don al saber que no podía usarlo conmigo.
Vi por última vez sus ojos azules.
--Dejame cumplir tu anhelo de vivir, amor-- susurraba en mi oído completamente, sonando roto.-- Déjame Cumplirlo por favor.